Sucesos
Crónica del Crimen del Pasado: Cacería mortal de Vigirima
Familia se vio enlutada aquel trágico marzo de 1974
13 de mayo de 2023
Sucesos.- A unas dos horas de la plaza del pueblo de Vigirima, subiendo detrás de la “Quinta Pimentel”, montaña adentro, luego de atravesar quebradas y pozos, senderos campesinos y alguna empinada cuesta, encontramos un simpático campamento utilizado por los senderistas y excursionistas. El paradisíaco lugar, está rodeado de suaves colinas vestidas de siembras de café, plátanos y lechosas, con riachuelos y cascadas donde podemos ver la famosa “palma Carabobo”. En el centro de todo, la modesta pero cómoda casita que sirve de refugio a campesinos y turistas con un letrero que dice “PATIO DOMINGO FLORES” en recuerdo del hombre que fundó aquel vergel y cuya familia se vio enlutada aquel trágico marzo de 1974.

A varios kilómetros de Vigirima se desató la tragedia. En el Centro Penitenciario Nacional de Valencia, mal llamado Cárcel de Tocuyito, lograr escaparse dieciséis delincuentes de toda clase: atracadores, asesinos y ladrones de alta peligrosidad. Mientras los criminales huían por los diversos puntos del estado se activan las alertas de los organismos de seguridad: se movilizan la policía uniformada, la PTJ y especialmente la Guardia Nacional, encargada de la custodia del penal y sobre quien cae la responsabilidad de la evasión de los delincuentes.

 
Los guardias están furiosos. Se acabarán los permisos y los ascensos. Los oficiales a cargo tienen un punto negro en su hoja de servicios. No descansarán hasta dar con los evadidos. En el comando de la GN se recibe la información de que varios sujetos sospechosos han sido vistos subiendo las montañas de Vigirima y al pueblo se trasladan por tierra docenas de guardias como perros tras su presa. La orden es agarrarlos vivos o muertos, pero ellos prefieren lo segundo. Por el aire un helicóptero ubica un grupo de hombres que corren montaña arriba. La tropa de guardias suben y tan pronto divisan a los fugados, abren fuego a centenares de metros con sus fusiles FAL sin pérdida de tiempo. 

Caen muertos por las ráfagas siete hombres, pero cuando van a levantar los cadáveres se dan cuenta que junto a cinco presos fugados están los cadáveres del campesino Luis Felipe Flores, el hijo de Domingo, y un jovencito del pueblo llamado Humberto Montoya, que había subido a pescar en los riachuelos del sector.

Posiblemente los prófugos tomaron de rehenes a los lugareños, o simplemente coincidieron juntos en la montaña en el momento de llegar la Guardia, lo cierto es que esas dos víctimas inocentes nada tenían que ver con los presidiarios. Un exceso de los perseguidores ha enlutado a dos familias de Vigirima en un episodio que todavía los parroquianos recuerdan en las imágenes publicadas en la prensa donde se veía a los cadáveres transportados colgando de un palo llevados por dos hombres como una presa de cacería. Dos vidas útiles e inocentes perdidas sin justificación.




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VÍA NT
FUENTE Luis Heraclio Medina Canelón