Opinión
Cita con la historia: Las Negras Hipólita y Matea, confusiones, mitos y realidades
Dos personajes que se asocian con la historia del Libertador
8 de agosto de 2025
Opinión.- Dos personajes que se asocian con la historia del Libertador son las dos esclavas más famosas de la familia Bolívar-Palacios, Matea e Hipólita, pero la gente frecuentemente las confunde o reúne en un solo personaje hechos históricos.

La mayor es Hipólita, era, incluso, mayor que la madre del Libertador, tenía unos treinta años para el momento del nacimiento de Simón. Para esa fecha, doña Concepción Palacios ya sufría serios quebrantos de salud por la tuberculosis que padecía y le resultó imposible amamantar a Simoncito.

Afortunadamente, una vecina de los Bolívar, otra dama de alcurnia, en esas fechas estaba amamantando a su varoncito. Era doña Inés Mancebo de Miyares, una señora de origen cubano y esposa de Fernando de Miyares, un alto oficial de la corona. 

Es esta dama, y no alguna esclava, la primera mujer que da de su leche a Simón Bolívar. Muchos años después, en plena guerra, cuando los patriotas le confiscaron unos bienes a la realista doña Inés, el Libertador intercedió para que no fuera afectada, según una carta que le escribió al coronel José Félix Blanco:

“Con el mayor interés me empeño en usted para que se tome la pena de oír en justicia a mi antigua y digna amiga la señora Mancebo de Miyares que, en mis primeros días, me dio de mamar. ¿Qué mas recomendación para quien sabe amar y agradecer?”.

Para el momento del nacimiento del Libertador, Hipólita se encontraba embarazada, le faltaba todavía tiempo para el parto y, por lo tanto, no podría alimentar a Simón, aparte de que se encontraba muy lejos, en San Mateo, una de las haciendas de los Bolívar.

Luego de que Hipólita tiene a su hijo es que es llevada por sus amos a la casa de Caracas para que alimente al niño. La Negra Hipólita será la esclava encargada por la familia para los cuidados del niño.

Existen varias cartas en las cuales El Libertador se refiere a Hipólita, llegando a tratarla de “su madre y padre” (recordemos que Bolívar quedó huérfano de padre a los 3 años y de madre a los nueve). También veló porque cobrara una pensión y finalmente le dio la libertad.

El otro personaje es Matea, nacida en San José de Tiznados, actual estado Guárico, en otra de las haciendas Bolívar. Era una niña de apenas diez años cuando nació Simón. También esclava de una de las plantaciones de los Bolívar, la trajeron a Caracas cuando tendría unos cuatro años. Era lo que antiguamente llamaban el “aya” del niño Simón. Se encargaba de cargarlo, limpiarlo, darle la comida, entretenerlo, jugar con él, etc.

Afortunadamente, existe una entrevista que hizo un periodista colombiano, por allá por 1883, cuando la mujer pasaba de los cien años. Allí Matea recuerda algunos datos interesantes, por ejemplo, que la casa natal del Libertador originalmente era de dos pisos y que resultó seriamente deteriorada por el terremoto de 1812, lo que explica que hoy en día, luego de muchas restauraciones, sea de una sola planta.

Otro dato interesante que evidencia las costumbres de la época es que los esposos Bolívar Palacios tenían habitaciones distintas: Don Juan Vicente vivía en la planta alta y la madre del Libertador en la baja.

Matea también recuerda el asedio de San Mateo en 1814, ya que fue testigo presencial de los hechos. Cuando el periodista le preguntó dónde estaba, ella responde:

“En el trapiche, cuando los españoles bajaban el cerro, el niño Ricaurte mando salir la gente y fue a la cocina, le pidió un tizón de candela a la niña Petrona y nos mandó a salir por el solar.

¿Usted vio que hizo Ricaurte?

Subió al mirador donde estaba la polvorera.”.

Matea, por haberlo visto todo, confirma que efectivamente Ricaurte con un “tizón de candela” hizo volar el polvorín, muriendo en el acto. Más tarde acompañó a la hermana de Bolívar, María Antonia, a su exilio a una isla del Caribe.

Matea participó en el recibimiento de los restos mortales del Libertador, en 1842, y en 1872 estuvo presente en sus traslados al Panteón Nacional.

Murió centenaria en 1883 y sus restos fueron inhumados en la cripta de los Bolívar, junto a los de Concepción, María Antonia y Juana Nepomucena Bolívar, pero con derrumbes y restauraciones se perdieron, quizás en alguna fosa común.  
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VÍA Equipo de Redacción Notitarde
FUENTE Luis Heraclio Medina