Opinión
Luis Eduardo Martínez: Diálogo, diálogo y más diálogo
En la Venezuela que, afortunadamente, cada vez menos insisten en conflictuar, el diálogo es herramienta fundamental para la forja del mejor mañana posible
5 de agosto de 2025
Opinión.- En las últimas dos décadas, se cuentan por centenares los llamados a diálogo, paz y reconciliación en Venezuela; en pasada publicación Telesur los cifró en 338.

Tras las elecciones municipales, el presidente Maduro señaló “extiendo mis manos para el diálogo, para pasar la página de tantos capítulos horribles, de golpes Estado, llamados a bloqueos, a sanciones, a magnicidios, llamados a intervención militar extranjera, emboscadas contra objetivos sublimes del país". Semanas atrás, el diputado Jorge Rodríguez había afirmado “la posición de Venezuela siempre será el diálogo abierto, con estricto respeto a los derechos del pueblo y a nuestra Constitución”. Por cierto justo es reconocer el tan positivo rol del hoy presidente de la Asamblea Nacional en mantener vivo el espíritu del diálogo para conquistar la paz.

En la Venezuela que, afortunadamente, cada vez menos insisten en conflictuar, el diálogo es herramienta fundamental para la forja del mejor mañana posible. A que dudar que la recurrente confrontación que ha marcado nuestra existencia como república solo ha ocasionado perjuicio para todos.
Diálogo sincero, incluyente y orientado al bien común, resolverá nuestras diferencias, permitirá construir consensos y nos encaminará a una sociedad mucho más justa.

Dialogar no implica renunciar a rajatablas a las diferencias, sino permite el reconocimiento de la pluralidad como un valor democrático. El diálogo, entonces, es tanto un método como una actitud. Requiere respeto, apertura y voluntad de construir soluciones compartidas.

En el caso venezolano, superado el conflicto, el diálogo adquiere una relevancia especial dada la necesidad de recomponer el tejido social y político. Y como señala el filósofo Jürgen Habermas, “el diálogo auténtico debe regirse por la ética del discurso, es decir, todos los participantes deben tener la posibilidad de expresar sus argumentos en condiciones de igualdad y sin coacciones, buscando el entendimiento racional más allá de intereses individuales”.

De cara a los que ven el diálogo como un acto de entrega, de debilidad, precisamos que por el contrario es una muestra de valentía y una clara demostración de madurez. Implica asumir que la imposición no construye mientras que el acuerdo, aunque imperfecto, siempre será la mejor alterativa.
Un nuevo diálogo que con seguridad pronto se iniciará debe ir más allá de lo político-partidista, conviene que trascienda del oficialismo-oposición. Incorporar a otros sectores de la vida nacional permitirá mayores logros; parafraseando a Gaitán que sea “del país nacional”.

Una vez más se enfrentarán obstáculos pero con la mejor voluntad de las partes pueden superarse. Es cierto que la desconfianza, entre algunos, alimentada por heridas del pasado, dificulta a veces la disposición a dialogar. Luego los intereses particulares y la lógica del poder en ocasiones priman sobre el interés común. Después, quizás de lo más importante, medios de comunicación sesgados y redes sociales que multiplican falsedades y odios apuntarán a implosionar el diálogo por iniciar.

Que sean entonces de diálogo, diálogo y más diálogo los tiempos por venir para que reconciliados preservemos la paz y hagamos del nuestro el mejor país del mundo.

Por Luis Eduardo Martínez
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VÍA Equipo de Redacción Notitarde
FUENTE Editoría de Notitarde