Los expertos dedujeron que la búsqueda de algoritmos, las presiones de los estándares de belleza y la creación ininterrumpida de contenido pueden tener un impacto visible y alarmante tanto en el cuerpo como en la mente.
La imagen refleja varias de las complicaciones físicas que podrían afectar a los creadores de contenido, como los problemas posturales, derivados del uso prolongado de teléfonos y las horas posando ante la cámara, que podrían provocar hombros encorvados y una inclinación permanente de la cabeza.
Ava también presenta daños en la piel, debido a las capas diarias de maquillaje y los constantes cambios en productos para el cuidado de la piel que podrían generar irritación, inflamación y manchas. Además, la prolongada exposición a la iluminación LED (anillos de luz, pantallas) acelera el llamado envejecimiento digital, manifestándose en líneas de expresión y cambios de pigmentación.
Por las horas dedicadas a editar contenido y transmitir en vivo, Ava tiene fatiga visual digital, que se manifiesta en ojos rojos y secos, visión borrosa y ojeras profundas.
A ello se le suma la dismorfia estética, el modelo digital Ava muestra un rostro deformado por el uso excesivo de rellenos faciales. Esta "sobrecorrección cosmética" está inspirada en tendencias como la dismorfia de Snapchat y el síndrome de la cara de almohada, que resultan en mejillas hinchadas y un mentón puntiagudo.
Y como si no fuera suficiente, Ava también tiene alopecia, pues la obsesión con el cabello, que incluye el uso frecuente de extensiones y peinados, puede llevar a una condición llamada alopecia por tracción, que con el tiempo puede provocar calvicie y pérdida permanente del cabello.
Y aunque en este 2025, Ava solo es una simple imagen, también es un recordatorio de que, al final del día, la salud y el bienestar deben ser más importantes que cualquier número de likes o seguidores.