Durante su relación, Shakira y Piqué compraron tres casas contiguas con la idea de transformarlas en un gran complejo familiar. El diseño, realizado por la arquitecta Mireia Admetller, contemplaba amplios jardines, piscinas, un gimnasio, una sala de juegos, un estudio de grabación y terrazas con grandes vistas, pero la ruptura detuvo el proceso de reforma e integración, dejando tres casas separadas.
La intérprete de Monotonía había establecido un precio inicial de alrededor de 12 millones de euros, mientras que Gerard estaba dispuesto a considerar ofertas entre 6 y 10 millones.
Finalmente, una de las tres casas logró vendense por un monto superior a los 3 millones de euros, según varias fuentes como ABC, Europa Press, La Vanguardia y El Español.