Sucesos
Crónica Criminal: El Currutaco
Llegó a ser considerado en su momento como el ENEMIGO PÚBLICO Nro. 1 de la región central del país
3 de febrero de 2023
Sucesos.- José Armando, El Currutaco, empezó su vida delictiva temprano: siendo menor de edad mató a su novia de 15 años, y ya había estado detenido por 2 atracos.

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Llegó a ser considerado en su momento como el ENEMIGO PÚBLICO Nro. 1 de la región central del país. Tenía en su haber atracos a bancos, joyerías y blindados, robo de vehículos y homicidios de guardias nacionales, policías y vigilantes. Estuvo vinculado a la poderosa banda de los Malpica-Arismendi de San Blas, pero no siempre “trabajaba” con ellos. 

Su enorme banda estaba integrada por los más peligrosos delincuentes, la mayoría muertos hoy en día: Gerardito, el Nato, el Yippi, Leito, el Sillet, el Mauro, el Wilmer, etc. que cometían sus fechorías, especialmente robos a bancos, no sólo en Carabobo, sino en otros estados. 

En los atracos a los bancos se dirigía a las cámaras de seguridad y les hacía morisquetas y les sonreía para que fuera indudable su presencia. Mas de una vez rescató a alguno de sus compinches de hospitales donde se encontraban convalecientes. En otra ocasión asaltó una tienda de deportes para dotar de uniformes a sus compañeros del penal de Tocuyito

Llegó a visitar el penal de Tocuyito para participar en torneos de lucha a cuchillo con miembros de bandas rivales, llamados “coliseos”. La espiral de violencia de las actividades de El Currutaco fue creciendo gradualmente, llegando a dar muerte a funcionarios de la PTJ, y atacando con granadas a las patrullas y a los antiguos CEPAI de Policarabobo. El 12 de febrero de 1993 se batió a tiros con comisiones de la policía de Carabobo, PTJ y DISIP que lo buscaban, luego de una fechoría fallida, sus dos compinches se enconcharon en un colegio, poniendo en peligro a niños y maestros, y originaron la intempestiva evacuación del instituto con niños y adultos presas del pánico, pero ambos fueron abatidos por las comisiones policiales. 

Huyendo solo por San Blas, entró en una calle ciega y daba a un canal cercano a la autopista, allí se quitó la chaqueta del mono deportivo que cargaba para tratar de evitar que lo reconocieran (una bruja le había dicho que siempre debía usar un mono azul para que no le pasara nada) y corrió a pié, pero lo rodearon; de repente se encontró de frente con una patrulla de la policía de Carabobo y decidió entregarse, soltó su arma, subió las manos y dijo: Me rindo¡ Seguramente pensó que tenía bastante dinero guardado para pagar abogados, jueces y fiscales y hasta vigilantes de prisiones para escapar del penal. No sería la primera vez que se saliera con la suya. Los policías lo tiraron al piso, lo revisaron y esposaron, lo metieron en la patrulla y transmitieron por el radio: “Tenemos al Currutaco ¡”. Pero de repente, a lo lejos precedida por el ulular de las sirenas, apareció otra patrulla de color amarillo. 

Al ver esto, al Currutaco le entró un escalofrío, se puso pálido, empezó a temblar y se acurrucó, se trató de esconder entre los asientos del carro.

Del auto amarillo bajaron dos hombres vestidos de negro con sendos magnum en las manos. Currutaco les gritaba a los policarabobo: No me entreguen, llévenme preso¡ Noooo¡ Lloraba, pataleaba, gemía y temblaba…al enfrentarse a su destino el asesino despiadado se había convertido en una mamita. Uno de los hombres de negro descargó una larga ráfaga al aire que ahuyentó la mirada de cualquier testigo indiscreto. Los hombres de negro sacaron al asesino de la patrulla y sonó un solo último disparo. 

Había terminado la carrera delictiva del Currutaco. Al entierro del Currutaco asistieron delincuentes de Venezuela y Colombia, así como políticos vinculados a un cierto sector de AD y a la extrema izquierda. Decenas de motorizados y varias bandas de Mariachis cantaban “El Rey” con el coro: “robar y robar” al compás de los tiros. Su muerte cerró una época en la historia delictiva de Carabobo. Se dice que sus parientes están más pobres que nunca.

Por Luis Heraclio Medina Canelón  

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VÍA NT
FUENTE Editoría de Notitarde