Sucesos
Crónica criminal: Un largo y ardiente verano
El Castillo de Puerto Cabello, en los años 30 era la “Penitenciaría General de Venezuela” donde recluían a los reos de delitos graves
22 de enero de 2023
Sucesos.- El Castillo de Puerto Cabello, en los años 30 era la “Penitenciaría General de Venezuela” donde recluían a los reos de delitos graves condenados por los tribunales. Allí purgaban condenas casi un mil hombres y unas treinta mujeres, casi todos por homicidios. La parte de los hombres estaba totalmente separada de la de las mujeres y el único contacto que las féminas tenían con los varones era cuando un reducido número de presos de buena conducta, llevaban las ollas de la comida a las chicas hasta el patio de ellas y luego cuando retiraban los pipotes con la basura del área femenina. Los encargados de esta labor eran un grupo de doce de varones, que gozaban de confianza de las autoridades del penal.

Miguel Elías Dao en “Diálogo con los Muros” nos recuerda a algunos de aquellos personajes. Uno de estos presos era Jordanillo, quien en sus entradas a la sección femenina conoció a una chica que purgaba 15 años por homicidio de su amante. Entre Jordanillo y la morenaza surgió un romance, que por razones obvias no se había podido consumar, pero que tenía desesperados a los dos enamorados, quienes tenían largos años sin darle “remedio a la concupiscencia”.

Jordanillo y la chica estudiaron detenidamente el proceso de entrada y salida de los varones al patio femenino para el traslado de alimentos y desechos. Un buen día, el enamorado vio la oportunidad en un descuido de la guardia al regresar los hombres con las ollas vacías y se escondió debajo de una cama en uno de los calabozos de las mujeres. Sus compañeros salieron, sin que la guardia notara que faltaba uno de los porteadores y él permaneció escondido hasta las nueve de la noche, cuando tocaron un silbato indicando que todos deben hacer silencio para dormir.

Sin pérdida de tiempo Jordanillo y su enamorada dieron rienda suelta a sus pasiones reprimidas por años de abstinencia obligada en un frenesí de lujuria hasta mas allá de la media noche, cuando ya satisfechos, se dispusieron a dormir hasta el amanecer. Pero Jordanillo no había cerrado todavía los ojos, cuando sintió que le tocaron al hombro.

-No te duermas, que ahora me toca a mí. – Era otra de las presas y detrás de ella, otras 28 detenidas esperando su turno.

Así tuvieron las chicas a Jordanillo por casi 24 horas.

A eso de las siete de la noche del día siguiente, la guardia se sorprendió cuando oyeron a lo lejos una súplica del lado del pabellón femenino, era una
voz débil, casi un llanto: 

-¡Socorro¡ ¡Sáquenme de aquí¡ ¡No puedo mas ¡

Postrado junto a la reja, agotado, fatigado y temeroso de que alguna de las mujeres inconformes pudiera atentar en su contra, Jordanillo rogaba que lo sacaran de su harén.

Cuando se dieron cuenta de lo que pasaba, la guardia ordenó que lo trasladaran a la enfermería donde recibió algunas curas en las partes que tenía afectadas. Como castigo disciplinario falta fue encerrado en un calabozo por dos meses. Al salir estaba completamente recuperado y orgulloso de su
“faena”.

Años después, en la segunda mitad del decenio de los 40, cuando ya llevaba muchos años de condena, por de su buena conducta fue indultado. En libertad trabajó como electricista, camarero, peón de hacienda y hasta maestro de escuela, observando siempre una conducta ejemplar.

Por Luis Heraclio Medina Canelón 
Sigue la información minuto a minuto en nuestro Telegram Instagram Facebook Twitter ¡La noticia en tus manos!
VÍA NT
FUENTE Editoría de Notitarde