Según estudios recopilados por Psychology Today, este comportamiento está asociado con rasgos comunes: regulación emocional, tendencia a la introspección, inclinación a la nostalgia y búsqueda de gratificación inmediata. Estos rasgos explican por qué algunas personas vuelven una y otra vez a la misma canción, transformándola en una especie de refugio emocional.
Uno de los motivos principales es la regulación emocional. La psicología sugiere que repetir una canción específica puede ser una herramienta para influir en el estado de ánimo, ya sea para calmar la ansiedad, reforzar sentimientos de felicidad o procesar emociones como la tristeza. Cuando una persona elige una en particular y la repite varias veces, busca conscientemente o inconscientemente generar un efecto emocional en sí misma.
Este fenómeno también se relaciona con el procesamiento de emociones complejas.
En situaciones de alto impacto emocional, como una ruptura o un duelo, la familiaridad de una canción actúa como una zona segura. La repetición permite abordar esas emociones sin sentirse sobrepasado, ayudando a llegar a una comprensión o aceptación de lo que se está sintiendo. En ese sentido, puede funcionar como una forma de autoterapia emocional.
Otro rasgo vinculado a esta conducta es la nostalgia. La música tiene un poderoso efecto evocador de recuerdos, y cuando una canción conecta con una etapa significativa de la vida, escucharla en bucle puede ser una manera de reconectar con la identidad personal.
En contextos de cambio o inestabilidad, esta práctica ayuda a recuperar una sensación de continuidad y pertenencia.