En los 2000 se convirtió en símbolo de estatus y sensualidad
Revista del Domingo.- Durante la década de los 2000, pocos vestidos capturaron tanto la atención mediática y el deseo colectivo como el ceñido ‘bandage dress’ de Hervé Léger. Aquella silueta ajustada se convirtió en símbolo de estatus y sensualidad y hoy, más de veinte años después, vuelve al primer plano de la moda.
En los años noventa y dos mil, Cindy Crawford, Victoria Beckham y Kim Kardashian elevaron al estatus de icono a una prenda que moldeaba el cuerpo como una segunda piel: el vestido bandage de Hervé Léger. De silueta ceñida, estructura arquitectónica y vocación sensual, este diseño fue sinónimo de poder, glamur y provocación.
Más de dos décadas después, reaparece en los armarios de Dua Lipa, Zendaya o Anya Taylor-Joy, con un lenguaje renovado que equilibra sofisticación y nostalgia. Su regreso no es una simple operación de archivo, sino una reivindicación estética que dialoga con la memoria cultural y los nuevos códigos de representación corporal.
Un retorno con matices
En 2025, la reaparición del vestido bandage no es un gesto inocente. Así lo recoge la plataforma de análisis de datos Tagwalk, que señala cómo las búsquedas del término “bandage dress” han alcanzado cifras récord este verano.
“Hace que las mujeres luzcan estupendas. El ajuste es excelente porque moldea el cuerpo… Me gustan los cuerpos con busto, cintura, curvas; mis vestidos pueden dar forma incluso a cuerpos que no sean perfectos”, dijo en su día el diseñador Hervé Leger sobre su prenda, que conseguiría calar en la historia de la moda.
Esta prenda, que otrora dominó las pasarelas y editoriales más llamativas de los 2000, ha sido reinterpretada en clave contemporánea. Si en su origen fue un diseño rígido, elaborado en bandas elásticas que moldeaban el cuerpo como una segunda piel, las nuevas versiones incorporan tejidos técnicos cómodos, cortes midi y un diseño menos explícito.
Las casas de moda, conscientes del fenómeno, han reeditado sus archivos y adaptado su narrativa. Hervé Léger, marca emblema de este diseño, ha actualizado su propuesta con vestidos que mantienen la esencia estructural, pero introducen mangas largas, escotes sutiles y tejidos más livianos.
Más allá del vestido clásico ceñido, la estética bandage ha impregnado numerosas colecciones recientes. En la Semana de la Moda de Milán, varias firmas apostaron por diseños que evocan el imaginario del fetichismo, desde corsés hasta arneses, pasando por transparencias, cremalleras y tejidos como el látex o el vinilo.
Diseñadores como Ludovic de Saint Sernin han hecho de esta estética parte de su ADN creativo. En su desfile primavera-verano 2022, el creador francés presentó prendas con cordones cruzados, transparencias y cortes que desdibujaban los límites entre lencería y vestimenta formal Las celebridades como termómetro de tendencia.
La recuperación del vestido bandage no solo se limita a la pasarela. Numerosas celebridades han contribuido a reinstalar esta prenda en el imaginario colectivo. Una de las imágenes más comentadas fue la de Dua Lipa en los premios Grammy, luciendo un diseño original de Versace que Cindy Crawford había llevado en los años noventa.
La elección no fue casual: el vestido, con cinturones, detalles metálicos y escote estructurado, era un homenaje directo a una época en la que la moda no temía ser explícita.
Anya Taylor-Joy, Zendaya o Kim Kardashian han optado en distintas ocasiones por versiones reinterpretadas del “bandage dress”, en las que se combina el rigor arquitectónico de la prenda con materiales actuales y acabados más sofisticados.
En estas apariciones, el vestido se transforma: ya no es una prenda exclusivamente nocturna, sino que gana presencia en festivales de cine, entregas de premios e incluso eventos institucionales.