Ruben Limas Telles: 18 de octubre de 1945
El golpe del 18 de octubre, con el apoyo decisivo de AD, derrocó al presidente Medina Angarita
Opinión.- La Revolución del 18 de octubre de 1945 en Venezuela fue, sin duda, un acontecimiento decisivo que marcó el tránsito del país desde gobiernos conservadores y militares hacia una experiencia democrática e inclusiva, aunque corta en su forma inicial. Rompió con el siglo XIX en mitad del siglo XX, abriendo las puertas desde un país rural y diezmado por enfermedades y analfabetismo, a un país urbano e industrial.
La protagonizó una alianza inusual entre militares jóvenes, oficiales progresistas, y fuerzas civiles encabezadas por Acción Democrática (AD), cuyo liderazgo incluía figuras como Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba y Rómulo Gallegos. Entre los militares destacaron el teniente coronel Marcos Pérez Jiménez -posteriormente líder de otro ciclo autoritario-, y el coronel Carlos Delgado Chalbaud. La confluencia civico-militar tuvo como figura central la unificación de demandas por modernización política y reforma social que exigía todo el país en cada uno de sus más remotos rincones.
El país venía de décadas de dominación de caudillos y gobiernos oligárquicos, de represión y cárceles, exiliados y presos políticos, además de la experiencia de gobiernos militares que limitaron la participación política. La acumulación de desigualdades sociales, concentración de la tierra, exclusión política de masas urbanas y rurales, la influencia económica del petróleo —con sus bonanzas y clientelismos— y la corrupción generaron insatisfacción.
También influyó el auge de partidos políticos obreros y populares como Acción Democrática y el Partido Comunista, la radicalización de sindicatos y estudiantes, y el deseo de abrir el régimen a la participación popular tras la percepción de estancamiento y corrupción en el Gobierno de Isaías Medina Angarita.
El golpe del 18 de octubre, con el apoyo decisivo de AD, derrocó al presidente Medina Angarita y estableció un gobierno provisional encabezado por Rómulo Betancourt como presidente de Junta Revolucionaria de Gobierno. Se convocó a elecciones libres en 1947, que llevaron a la victoria a Rómulo Gallegos, primer presidente electo por voto popular; su breve gobierno, hasta noviembre de 1948, fue truncado por un golpe que cristalizó la fragilidad institucional y la venganza de las viudas del poder.
La Revolución de Octubre fue una verdadera revolución democrática que abrió la puerta a la democrática participación masiva, la legalización y fortalecimiento de partidos políticos, el reconocimiento de los derechos civiles y el establecimiento de mecanismos electorales modernos.
Puso las bases para el sufragio universal que se consolidaría con el tiempo y para una cultura política más plural. Le dio el derecho al sufragio a la mujer y a las analfabetas, que eran un importante sector de aquella sociedad de entonces. Sin embargo, la reacción golpista de 1948 demostró la persistencia de fuerzas conservadoras y de sectores castrenses reacios al cambio, lo que relegó a la experiencia democrática hasta el fin de la dictadura de Pérez Jiménez, en 1958.
La revolución impulsó una política orientada a una mayor intervención estatal para regular la renta petrolera y promover obras públicas. Tomó una medida antiimperialista como fue la adopción del 50 y 50 a las transnacionales petroleras que se llevaban el 90 % de nuestro petróleo, sentando además las bases para lo que luego sería la nacionalización del hierro y el petróleo. Se fomentó la modernización de infraestructuras —carreteras, servicios públicos— y una visión de diversificación económica, aunque con resultados limitados por la dependencia petrolera. La gestión democrática temprana buscó redistribuir ingresos mediante inversión pública y políticas laborales que favorecieron el poder adquisitivo de los trabajadores.
Se promovieron políticas que ampliaron la protección social y mejoraron el acceso a servicios básicos. Hubo énfasis en la ampliación de la atención sanitaria pública y campañas de salud pública (vacunaciones, combate de enfermedades infectocontagiosas), consolidando una red institucional que, luego, sería ampliada en las décadas siguientes. Se construyeron hospitales y escuelas donde no había.
Puso un fuerte acento en la educación como vehículo de movilidad social y construcción ciudadana: ampliación de la escolaridad, programas de alfabetización y modernización del sistema educativo. Culturalmente se fomentó la expresión artística y literaria vinculada a la identidad nacional; la elección de Rómulo Gallegos, prominente novelista, simbolizó este valor cultural y legitimó la proyección intelectual en la política.
Desde una mirada histórica, el 18 de octubre de 1945 representa tanto una ruptura con el atraso y el militarismo. Sus logros consistieron en abrir espacios políticos y en iniciar reformas socioeconómicas orientadas a la inclusión; sin embargo, la corta duración del ciclo democrático reveló limitaciones institucionales y la fragilidad frente a intereses poderosos ligados al ejército y a las élites tradicionales.
A largo plazo, la experiencia de 1945–48 influyó decisivamente en la conformación de las prácticas políticas venezolanas y en la agenda de reformas que reaparecerían con mayor desarrollo tras 1958, dejando una herencia de expectativas democráticas y demandas sociales que marcaron la política venezolana del siglo XX. No hay duda, es la única revolución democrática y autentica que abrió los pasos a los únicos 40 años de gobierno civiles que tuvimos los venezolanos.
Fuimos felices y no lo supimos interpretar. Este 18 de octubre, día sábado, un día antes de la canonización de nuestro Dr. José Gregorio Hernández, vamos a conmemorar este hecho histórico con un acto de jóvenes en la ciudad de Porlamar, en Margarita.
Instagram: @ruben_limas
Facebook y X: @rubenlimas
Tik Tok: @rubenlimast