Opinión.-Evangelizar es rescatar a esas ovejas que están perdidas en tantos errores contra la fe, convertidos en “verdades”, pero que siguen siendo errores y falsedades. Como la creencia de que Dios es una especie de spray que está por todos lados y que no se sabe qué es, y menos aún quién es. O la no creencia en Dios pura y simple. En cuanto a la moral, lo que antes era cierto, ahora es lo que uno quiera que sea. Si quiero ser mujer, aunque sea en realidad hombre, pues puedo ser lo que se me ocurra o lo que me provoque. Y no solo en cuanto al género y en cuanto al concepto de familia, sino en lo que sea.
No podemos confiar en nuestra propia fuerza, sino en el poder de Dios.
Los discípulos estaban ¡impresionados! de lo que había sucedido.
Cuando Jesús envió a los discípulos de dos en dos, estos llegaron diciéndole: “Señor, ¡hasta los demonios se nos someten en tu nombre!”. Es decir, el lobo y los lobos, se sometieron a los corderos.
Debemos convertirnos en instrumentos de Dios. Confiar que Dios puede hacer maravillas a través de “corderos”, a pesar de los “lobos”.
No hay que ser teólogos para evangelizar. Debemos prepararnos un poquito cada día, leyendo la Sagrada Escritura, el Catecismo de la Iglesia Católica, libros, revistas y sitios web de formación católica, etc.
Llevar al Señor en nosotros y así el Señor llegará a los demás. Debemos llenarnos de Él, en la oración frecuente y constante, en la recepción de los sacramentos también frecuente y constante. La oración y los sacramentos nos hacen instrumentos dóciles en las manos del Señor, para que El pueda actuar a través de nosotros.
No hay Evangelización, si no hay vida de Dios en nosotros. La Evangelización se basa en tener confianza en Dios, y no en confiar en nosotros mismos.
¡Cómo vamos a confiar en nosotros mismos si nos dice el Señor que vamos “como corderos en medio de lobos”!