Opinión
Cita con la historia: Mayo de 1831 la rebelión "haitiana" de Caracas
Para ese mes Caracas no tenía ninguna guarnición militar que la custodiara. En ese momento la capital era Valencia, donde se concentraba el escuálido poder del estado
17 de mayo de 2024
Opinión.- Hay ciertos hechos que la historiografía oficial ha dejado de lado, quizás por razones políticas, por “delicadezas” demagógicas o de intereses ajenos al estudio científico del pasado. Uno de estos es la rebelión de Caracas de mayo de 1831.

Veintisiete años antes había ocurrido en el cercano Haití otro de esos episodios históricos poco divulgados: el horroroso genocidio cometido contra la población blanca de criollos y europeos de Haití, cometido por las hordas de Jean-Jacques Dessalines, líder de la revolución haitiana y primer emperador del país. En un lapso de tres meses prácticamente todos los blancos del país fueron masacrados casa por casa, torturados y asesinados, incluyendo hombres, mujeres y niños. No quedó un blanco vivo en la región.

Por supuesto que estos sucesos eran conocidos en Venezuela, y debieron generar la natural inquietud en los criollos y soliviantaron los odios y resentimientos de ciertos sectores de los algunos negros, esclavos y mulatos, que no veían con la independencia ningún cambio en su estatus social y económico. Entonces en 1831 un grupo de esclavos, negros libres y pardos preparó su revolución al mejor estilo haitiano.

En su diario de ese año el cónsul británico Kerr Porter reseñaba que una ama regañó en una ocasión a una mujer esclava, quien dijo:
"Esto lo hace ahora, pero para el 13 de mayo veremos quién es la Señora".

Para ese mes Caracas no tenía ninguna guarnición militar que la custodiara. En ese momento la capital era Valencia, donde se concentraba el escuálido poder del estado. La cárcel y el arsenal apenas eran custodiados por algunos soldados inválidos, que habían quedado inútiles por las heridas de la guerra.
En la noche del día 11 de mayo, unos setenta negros y mulatos con cuchillos, lanzas y machetes tomaron por asalto el presidio. Sin piedad mataron a los custodios y al comandante, procediendo a liberar a unos cuarenta ladrones y asesinos, quienes tomaron las pocas armas de los carceleros y se unieron a los revoltosos.

De allí, la partida de casi cien hombres siguieron rumbo al arsenal, para apertrecharse y continuar con su matanza, pero en la tremenda oscuridad de la noche, a mitad de camino los asesinos se topan con una pequeña partida de seis policías que escucharon el alboroto y que dieron la voz de:
-Alto¡¿Quién vive? Y hicieron unos tiros.

Los forajidos se acobardaron y huyeron espantados por distintos lugares, pese a su gran superioridad numérica. Con la alarma, rápidamente fueron apareciendo vecinos voluntarios para proteger a la ciudad. Al día siguiente se convocó por bando a los hombres para organizar la defensa que por centenares acudieron a formar patrullas y les dieron las armas del arsenal, mientras se solicitaban tropas a La Guaira. Empleados, comerciantes, agricultores, estudiantes se preparaban para enfrentar a la revuelta. El terror invadió toda Caracas, que empezó a ser patrullada por los voluntarios.

Con las primeras averiguaciones se conoció que el plan era matar a los blancos y saquear la ciudad. Los testigos fueron identificando a los conspiradores que fueron cayendo poco a poco. Los detenidos confesaban rápidamente y delataban a otros y así sucesivamente. Los implicados fueron rápidamente enjuiciados y unos cuarenta fusilados en la plaza de San Jacinto para el alivio de la ciudad, incluyendo algunas mujeres.

Detalle interesante es que no todos los conspiradores vivían en la miseria, por ejemplo, el pardo Policarpo Mendo era propietario de la Hacienda La Boyera en El Hatillo con 4.300 matas de café, 60 varias (membrillos, naranjos, limones, chirimoyas, granados, aguacates), 12 fanegadas de tierras de cultivo, 2 fanegadas de sabanas y las tierras arrendadas para el cultivo de maíz y una casa, varios solares y dos ranchos. Otros eran albañiles, pintores, etc. Alguno que otro incluso era blanco, de lo que se desprende que más que una cuestión racial o económica, el resentimiento social y odio de clases tuvo papel importante.

Otros de los culpables fueron condenados confinamiento o a presidios como el de Puerto Cabello, Margarita o Maracay. 

Por Luis Heraclio Medina 
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VÍA NT
FUENTE Editoría de Notitarde