Cárteles gringos: La gran mentira del tráfico de drogas que esconde EE.UU.
Entre 2006 y 2012, las farmacéuticas vendieron 76 mil millones de pastillas opioides, provocando más de 100 mil muertes por sobredosis en Estados Unidos
Internacional.- ¿Cómo llega la droga que se planta en un sembrado en México o se inicia en un laboratorio de China a la nariz de un bróker de Nueva York o a las venas de un desempleado de Pensilvania? ¿Hay narcos estadounidenses enriqueciéndose con el tráfico ilícito de estupefacientes, o son siempre narcos latinos los culpables de que las calles del país estén llenas de vagabundos adictos? Las drogas han entrado de lleno en la política americana con la aparición de Donald Trump.
En 2025 bombardea barcos venezolanos y acusa a China de una nueva guerra del opio, pero ya en 2015, el entonces candidato y actual presidente dijo su famosa frase en un mitin electoral sobre los mexicanos: "Están trayendo drogas. Están trayendo crimen. Son violadores". En marzo de 2023, en otro mitin en New Hampshire, aseguró que "tenemos vendedores de droga de los cárteles en nuestro país y son extranjeros. No son de aquí". ¿Es cierto lo que dice el presidente? "El narcotráfico siempre tiene tintes racistas en Estados Unidos.
Los principales consumidores de opioides son blancos, pero si tu revisas los reportajes que hacen los periódicos locales hablan de que la señora X perdió a su hijo de 17 años, cuentan su tragedia de adicción, y terminan diciendo que esas drogas las vendieron los mexicanos. Y quienes son los proveedores de los opioides (o las drogas sintéticas con fentanilo) en poblaciones blancas son en su mayoría blancos", explica el periodista mexicano Jesús Esquivel, asentado en Washington, que acaba de publicar el libro Los cárteles gringos.
En la obra hay un párrafo clarificador de un destacado policía estadounidense sobre este asunto: "'La última vez que lo revisé, alrededor del 95% de los narcotraficantes en Estados Unidos eran hombres blancos'. Así, enfático, sin titubeos ni rodeos respondió John Callery, ex agente especial y exjefe de la Iniciativa contra Cárteles Domésticos (ICD), a la pregunta sobre el género y origen de los encargados de transportar, distribuir y vender estupefacientes en su país". Esquivel añade en nuestra charla: "Ahí él incluyó también a farmacéuticos y banqueros".
Hay un segundo párrafo igual de contundente para tumbar más trazos gruesos: "La vasta mayoría de los traficantes de drogas en Estados Unidos son estadounidenses. Es el tipo que maneja las drogas cuando cruzan la frontera y el que las vende en California. La proporción de narcotraficantes que operan en nuestra frontera sur puede ser 70% estadounidenses y 30% mexicanos, guatemaltecos o de donde quieras. Pero una vez que los narcóticos cruzan nuestra frontera, la vasta mayoría de quienes los venden son ciudadanos de Estados Unidos, no importa su herencia étnica.
La burla más grande es que los vendedores más importantes de drogas en la historia de Estados Unidos son los directores ejecutivos de las compañías farmacéuticas. Hombres blancos". Esas aseveraciones de agentes que han luchado contra la lacra de la droga en el país no aparecen generalmente en el debate político ni mediático estadounidense. Como tampoco se apunta a la responsabilidad del consumidor ni a su origen étnico, donde de nuevo hay sorpresas que contradicen el relato "oficial". Según los datos del Centro Nacional sobre el Abuso de Drogas, tras el grupo de los indígenas americanos y nativos de Alaska, con un 12,2% de consumidores de drogas que provocan trastornos mentales por adicción entre su población, le siguen los blancos con 8,2%; los negros, 7,6%; los latinos, 7,5% y los asiáticos con un 4,3%.
Si se trasladan esas cifras a muertes por sobredosis, sin embargo, la población negra casi duplica a la blanca en porcentaje. Una de las razones sería que "los tratamientos eficaces y las intervenciones que salvan vidas, como la naloxona, no han llegado a las comunidades de color con la misma rapidez ni amplitud que a las comunidades blancas", apuntaba Tracie Gardner, directora ejecutiva de la Red Nacional de Reducción de Daños para la Población Negra, a Reuters. Las drogas han provocado más de 1,15 millones de muertes por sobredosis desde 1999.
Sólo en 2024, aunque se redujeron esas muertes en un 25% respecto a 2023, la cifra fue de alrededor de 80.000 decesos. Cifra que el presidente Trump, obviando los propios datos oficiales de su Administración, contradice en los mítines. "Entre 300.000 y 350.000 personas murieron el año pasado por sobredosis", dijo recientemente para justificar el despliegue militar frente a Venezuela.
Eso le garantiza la coartada para desplegar sus soldados dentro y fuera de su país, y para poder presumir de un enorme éxito cuando en 2026 o 2027 dé por buenos datos que estarán muy por debajo de las muertes que él anuncia haber heredado.
En todo caso, el presidente no exagera la magnitud de un problema que ha provocado durante décadas un ingente gasto de dinero para acabar con el tráfico ilegal de estupefacientes. Sólo en 2024, el presupuesto federal para el control de drogas fue de 45.000 millones de dólares. Pese a todo esa inversión, es evidente que la batalla se está perdiendo en términos globales. Y lo está haciendo desde dentro, pese a que mediáticamente el foco se ponga en barcas que vuelan por los aires en el Caribe o extradiciones de narcos famosos desde México o Colombia. "Trump sabe que la DEA perdió la guerra contra las drogas y ha decidido usar ahora al Pentágono. Mueren 300 personas por sobredosis al día, se me hace que el trabajo de la DEA no ha servido para nada", opina Esquivel.
Bandas de moteros
No sólo el consumidor es estadounidense, el que le suministra el "veneno" también lo es. El camello que opera dentro del país tiene más el perfil de hombre blanco barbado y tatuado sobre una Harley Davidson, que el de alguien bajito, moreno de piel, bigote y pelo de pincho. En el libro se habla de las bandas de clubes de moteros como los cárteles gringos. "Los calificaron como cárteles por el uso de la violencia.
Pero los medios aquí no investigan por qué hay violencia entre esas pandillas. Ahora hay una serie en HBO que se llama Task sobre el fentanilo. Los que trafican son pandillas de motociclistas. ¿Sabes quiénes son los asesores de esas series? Exagentes de la DEA", apunta el investigador mexicano. Esa relación no es nueva. En 2009, por ejemplo, el Departamento de Justicia recogía un estudio en el que se afirmaba: "Los datos de investigación muestran que los Hell's Angels (club de moteros) están involucrados en asesinatos; la fabricación y distribución de metanfetamina; la distribución de cocaína, heroína y marihuana; la compra y venta de armas de fuego; y otras actividades delictivas".
Sin embargo, esa comprobada relación entre grupos de moteros estadounidenses y narcotráfico no es tan zarandeada desde Washington. "Un exlíder de la banda de motociclistas Hell’s Angels acompaña a Trump en el tribunal. Chuck Zito, quien cumplió condena por conspiración para el narcotráfico, ha intentado reinventarse como un tipo duro y popular en la ciudad", publicaba el New York Times el 20 de mayo de 2024 sobre el juicio en el que el entonces candidato republicano acabó condenado por diversos delitos.
El presidente no sólo aceptó su apoyo presencial entonces, sino que ha jaleado a estos clubes en vez de atacarlos y estigmatizarlos como hace con otros grupos relacionados con las drogas. "¿Queremos a los moteros? Sí, amamos a los moteros", soltó en 2016. La mayoría de integrantes de clubes de motos en EEUU son personas honradas aficionadas a las motos, pero también la mayoría de mexicanos son trabajadores honrados y esos sí son clasificados de "delincuentes y violadores". Distinto origen y color de piel, distinto juicio.
La solución para esta gigantesca crisis no pasa sólo por mirar para abajo, y limpiar las calles de camellos que envenenan venas de toxicómanos, sino por mirar para arriba y entender quiénes se benefician de forma "legal" de un negocio que genera dinero en Sinaloa y en Manhattan.
La industria farmacéutica generará en 2025 alrededor de 1,6 billones de dólares. En contraste, el narcotráfico, compuesto principalmente por cannabis, opioides, cocaína, anfetaminas y psicoactivos, genera entre 300.000 y 500.000 millones de dólares anuales, aproximadamente un tercio del tamaño de la industria farmacéutica, estima la ONU.
"Las mayores farmacéuticas y distribuidoras de Estados Unidos saturaron al país con opioides como oxicodona e hidrocodona entre 2006 y 2012: vendieron 76.000 millones de estas píldoras en esos años, según datos de la Agencia Antidroga (DEA) que fueron publicados por una corte federal en Ohio como parte de un pedido de información pública. En ese mismo periodo, fallecieron más de 100,000 personas por sobredosis, una cifra que llevó a declarar una crisis de salud por opioides en el país", publicaba Univisión en 2019.
"Los agentes federales de este país te reconocen que las farmacéuticas provocaron la gran adicción porque había grandes campañas de uso de opioides medicinales", apunta Esquivel. Pero ese es un terreno pantanoso en el que las grandes corporaciones cuentan con gabinetes de abogados preparados para presentar demandas multimillonarias a cualquiera que se atreva a poner nombres concretos sobre la mesa.
"En los últimos 25 años, las compañías farmacéuticas promovieron engañosamente el uso de opioides de manera que a menudo no eran ni seguras ni efectivas, lo que contribuyó a aumentos sin precedentes en las prescripciones, el trastorno por consumo de opioides y las muertes por sobredosis", empieza un artículo en AMA Journal of Ethics que analiza el problema. El tema ha sido ampliamente tratado de forma genérica en la última década.
Varias farmacéuticas han sido condenadas por la crisis de los opioides. Muchas llegaron a acuerdos judiciales, con pagos de miles de millones de dólares, por su demostrada responsabilidad en esta crisis. Sin embargo, ni los políticos les señalan como culpables, ni los medios lo han tratado con empeño, ni han sido perseguidos por la Justicia sus responsables.
Uno de los pocos directivos farmacéuticos que ha entrado en prisión ha sido John Kapoor, director de Insys Therapeutics, que fue condenado a 5,5 años de prisión por sobornos a médicos para recetar un opioide de fentanilo. Cumplió sólo dos años en la cárcel de mínima seguridad donde le ingresaron y quedó en libertad.
Del resto de farmacéuticas sancionadas, no ha habido responsabilidades individuales de sus ejecutivos, ni estos son mencionados por políticos como enemigos de la salud pública. El otro sector claramente beneficiado por el consumo de drogas en EEUU es el bancario.
El mercado de consumo de droga más grande del mundo resulta que es además uno de los más fáciles para lavar el dinero. Las leyes en EEUU permiten el envío al extranjero de hasta 9999 dólares por cualquier ciudadano sin necesidad de demostrar el origen de esos ingresos. Eso, de alguna manera, es una autopista para el blanqueo de capitales.
"En el estado de Texas, varios agentes me enseñaron archivos y archivos de gente que era contratada para enviar dinero fuera. Una misma persona gana una comisión de dinero sólo por hacer seis depósitos en 24 horas. La mayoría de los que hacen esto son estadounidenses.
Todas las agencias federales saben que los que operan esto son gringos", señala Esquivel. La actual Casa Blanca ha decidido meterle mano a ese negocio, pero no para controlarlo, sino para exprimirlo más. El Gobierno aplicará desde 2026 una tasa del 1% a las transferencias físicas, efectivo, giros postales o cheques que se hagan desde EEUU. La medida garantizará nuevos ingresos millonarios a un ya pujante negocio para las instituciones financieras que aplican a cada remesa sus propias tasas. "Nunca me han querido dar el dato en el Departamento de Tesoro de cuánto dinero le queda en los bancos por las remesas que se hacen sólo a México.
Hablé con Gerardo Esquivel, subgobernador del Banco de México hasta hace unos años, y me dijo que al año les generan a los bancos americanos en comisiones alrededor de 8000 millones de dólares. Nada más a México, que no es el principal país receptor sino India", recuerda Esquivel. Queda una última pata por tratar que está estrechamente relacionada con el problema: el tráfico de armas.
Los grupos narcos mexicanos en muchas ocasiones controlan territorio con ejércitos perfectamente armados. Buena parte de ese armamento se trafica desde EEUU a México. El Gobierno mexicano ha pedido repetidamente a Washington que controle ese contrabando que calculan que supone cada año la entrada ilegal de unas 200.000 armas de pequeño y gran calibre.
El cinismo de todas las administraciones americanas es enorme cuando exigen, especialmente ahora con Trump, que México detenga el trasiego de droga, pero apenas ponen medios para detener su trasiego de armas. "Es más fácil aquí comprar un calibre 50 que un automóvil. Hace 15 días estuve en Texas en un show que nos hicieron para mostrar que luchan con México para detener ese trasiego de armas. Me fui a tomar una cerveza con una agente, y él me dijo que les obligaron a hacer el show.
Y entonces te reconocen que no es su responsabilidad revisar lo que vaya para allá, es de aduanas de México. Es una hipocresía. A México sí le exigen que controle su frontera", afirma Esquivel. La noria mientras sigue rodando con miles de adictos convertidos en cobayas que giran al antojo de narcotraficantes con botas de espuelas, gorra de béisbol o corbatas.
La droga ha masacrado a varias generaciones de estadounidenses. Ha dejado más de un millón de muertos y millones de supervivientes con sus dientes carcomidos, sus pulmones enjutos y sus cabezas "tostadas". Recientemente se conoció la detención de cinco personas vinculadas a la muerte por sobredosis del nieto del actor Robert de Niro.
Leandro de Niro falleció el 2 de julio de 2023 tras consumir tres pastillas de fentanilo y xanax. El nombre de los narcos vinculados al suceso es Grant McIver, Bruce Epperson, Eddie Barreto, John Nicolas y Roy Nicolas. Narcos y muerto gringos.