Internacional
Carlo Acutis, el primer santo milenial que tiene raíces venezolanas
Uno de sus familiares cuenta que, de pequeño, lloraba por entrar a las iglesias, “pataleaba si no lo dejaban”, cada día rezaba con fervor y también predicaba para quienes lo quisieran escuchar
7 de septiembre de 2025
Internacional.-El primer santo milenial Carlo Acutis de la Iglesia católica tiene familia en Venezuela, sus abuelos vivieron en Caracas, la capital. Rosa Pellino, hermana de la abuela materna del joven de 15 años lo cuenta.


Según un artículo de la página Aleteia, publicado, en tiempos de pandemia, Rosa es esposa del abogado Miguel Dao, educado por los jesuitas en el colegio San Ignacio de Caracas, una familia muy apreciada en la capital venezolana. 

En aquel 2020, cuando su beatificación en Italia, Rosa confesó que fue un hecho indescriptible y con sensaciones encontradas "esto es algo muy grande. Hemos llorado mucho. Estamos muy felices pero habríamos querido poder estar presentes en Asís para vivir ese momento con nuestra familia, pero las restricciones -en otrora- que impone la cuarentena nos impidió viajar. Busqué entre la gente a los míos y pude ver a los padres de Carlo en la pantalla. Puedo imaginar la emoción que tenían porque nosotros, acá en Caracas, no hemos dejado de llorar”.

Explicó que el abuelo vino a Venezuela durante la Segunda Guerra Mundial, como tantos europeos. Pronto conoció a Luana y formaron un hogar. En ese hogar nació Antonella, quien contrajo matrimonio con Andrea Acutis, padre de Carlo. Así que, siendo tía de Antonella, nuestra interlocutora Rosa es tía abuela del jovencito ejemplar, genio de la informática, que acaba de subir a los altares.



Cuenta que, de pequeño, lloraba por entrar a las iglesias, “pataleaba si no lo dejaban” y cada día rezaba con fervor y también predicaba para quienes lo quisieran escuchar. Pese a que su familia no era tan religiosa, su tía abuela recuerda que el "patrón de Internet" “tenía una niñera que era muy católica y la quería mucho. Tal vez fue ella quien más lo inclinó hacia todo ese mundo espiritual”. Sin embargo, no cabe duda de que fue Dios, “eso es un don”, apunta. 

Continúa que ya más grande, de repente se levantaba de la mesa y corría a llevar alimento y ropa a los indigentes. Dicen quienes lo conocieron que su bondad y cercanía era capaz de curar pues algún encanto había en él que aliviaba y animaba.

“¡Lamento tanto no haber podido verlo la última vez que fuimos a Italia!. Ellos estaban de viaje en Londres y nosotros no podíamos ir hasta allá”, dice Rosa.

Un día dijo: “Pronto moriré pero ustedes –sus padres- tendrán gemelos”. Cuando los amigos bromeaban sobre las chicas, él decía: “La única mujer en mi vida es la Virgen María”. Así como  un día soñó que su abuelo estaba en el purgatorio y rezaba mucho por él. 

“Cuando le diagnosticaron cáncer fue un golpe muy fuerte para toda la familia. Pero él siempre estuvo sereno y esperanzado en Dios. Yo tengo un hijo cercano a su edad y tiene un impresionante parecido con Carlo. Por ello la noticia fue aún más impactante”.

El esposo de Rosa, Miguel Dao Dao –tío abuelo político de Carlo- vivió tiempo antes la muerte de uno de sus hijos, Aníbal Dao, ocurrida durante una práctica de paracaidismo que realizaba en compañía de otras dos personas, entre ellas el reconocido joyero venezolano Fernando Valero Gutiérrez. Fallecieron instantáneamente. Fue un mazazo indescriptible para el alma de Miguel. Pero sus palabras reflejaron que se mantenía en pie gracias a su fe.

En un mensaje publicado en su cuenta de Twiter escribió: “Fuerte y duro tránsito éste, queridos hermanos. La voluntad de Dios quiero respetarla y solo le pido fortaleza para afrontar todo esto. Entiendo que no es ley de vida pero lo acepto con mucha humildad y me quedo con esos hermosos momentos que pasé con mi muchacho”. Y agregó una frase del poeta chileno Pablo Neruda: “Si nada nos salva de la muerte, al menos que el amor nos salve de la vida.”

El amor era el hilo conductor de los sentimientos en aquellos trágicos tiempos. Como lo es ahora, con la experiencia vivida por la familia de Carlo. Los dejó llenos de amor y de compasión y por esa razón los recuerdos, lejos de lacerar, deforestan y confortan.

No podemos pensar otra cosa sino que Carlo fue un ángel que estaba de paso para hacer el bien, influir en sus contemporáneos para traer esperanza, y dar testimonio de su fe. Nadie puede siquiera sospechar para cuántas cosas más estuvo en el mundo. Sólo nuestro Creador las sabe. ¿A cuánta gente no habrá tocado con su actividad en red? ¿Cuántos no se habrán sentido movidos por sus mensajes online? A pesar de ser un joven como cualquier otro, semejante a los chicos de su edad, no era un ser de este mundo, siempre fue más del Cielo. Misterios de Dios.

Es difícil comprender y aceptar la muerte de alguien que tiene la vida por delante pero “hay que confiar en los planes del Señor”. Por lo pronto, Rosa está segura de que Carlo llevó a los suyos más cerca de Dios y de su religión. Y que, con este acontecimiento maravilloso de tener un santo en la familia, seguramente se verán bendecidos y Carlo hará que su vivencia espiritual, la conversión, sea mucho más fecunda y profunda.

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VÍA NT
FUENTE Editoría de Notitarde