Papúa Nueva Guinea enfrenta con frecuencia movimientos sísmicos debido a su localización en el denominado "Anillo de Fuego" del Pacífico. Esta región rodea gran parte del océano y se caracteriza por una intensa actividad tectónica. Las placas terrestres que conforman esta zona se mueven constantemente, lo que provoca terremotos, erupciones volcánicas y tsunamis con regularidad.
La isla se asienta sobre el límite de varias placas tectónicas, entre ellas la del Pacífico y la indo-australiana, lo que aumenta el riesgo de eventos sísmicos de gran magnitud. Esta condición geológica convierte al país en uno de los más vulnerables del mundo frente a catástrofes naturales.
Históricamente, la población ha experimentado pérdidas humanas y materiales tras estos fenómenos. A pesar de los avances tecnológicos, muchas comunidades continúan viviendo en zonas de alto riesgo sin acceso adecuado a sistemas de alerta temprana ni infraestructuras resistentes.