Los Vasallos del Carmen, una manifestación cultural y de fe que enaltece a los mirandinos
Cada 16 de julio danzan para su Patrona para agradecer los favores concedidos
Carabobo. - “Miranda tiene dos cosas que no las tiene más nadie, el cerro 'e La Pericoca y los Vasallos del Carmen”, así se les escucha cantar y danzar al ritmo de marcas y cuatro a un grupo muy particular de devotos de la Virgen del Carmen, en Miranda, Carabobo.
Trajeados de negro y rojo, haciendo alusión a la semilla de pericoca que abunda en las montañas mirandina, con escapularios y máscaras, cada 16 de julio los Vasallo danzan ante su patrona, la también llamada Virgen del Monte Carmelo, como una manera de agradecerle el milagro suscitado en el año 1857, fecha en la que una gran epidemia conocida como cólera o vomito negro, estaba acabando con la población.
Según cuentan los historiadores, los habitantes del entonces Valle de Onoto, le pidieron al hacendado Eugenio Cisneros prestarles la imagen de la Virgen del Carmen, que trajo de España y que mantenía en su oratorio ubicado al pie de la montaña de la Pericoca, para hacer un recorrido por las calles. La gran sorpresa es que aquella epidemia comenzó a parar y la gente a sanar. A partir de este hecho histórico y de fe, inició la devoción a esta virgen, que se convirtió en la patrona de los mirandinos.
“A falta de diablos, buenos son vasallos”
Esta manifestación cultural es de las más jóvenes de este poblado. Nació en el año 1996, gracias a la iniciativa del reconocido cultor Robinson Dávila, mejor conocido como Pío Lara, según información aportada por el vasallo mayor, José Jaure.
Dávila hizo un trabajo de investigación en torno a los Diablos Danzantes, pero no encontró indicios de la existencia de esta manifestación cultural en Miranda, pero sí halló estrecha relación de la cultura de Miranda con la devoción a la Virgen del Carmen. Entonces surgió la frase histórica de Robinson Dávila que dice: “a falta de diablos, buenos son vasallos”, naciendo así esta tradición que está por cumplir 30 años. A esta manifestación se unieron diversos cultores del municipio quienes trabajaron para enraizarla en el corazón del pueblo mirandino, que ya no conciben fiestas patronales sin sus vasallos.