El Banco Central de Venezuela había contratado con la empresa American Bank Note CO., EE.UU. un importante lote de billetes de bolívares, la moneda nacional.
El papel moneda vendría desde Nueva York por barco, en los vapores “Santa Rosa” y “Santa Paula”. El primer buque en llegar al puerto de La Guaira fue el “Santa Rosa”, el 19 de mayo, donde debían venir 26 cajas con los billetes. Cuando los funcionarios de Aduana notaron que las cajas recibidas eran 25, presumieron que por algún error la caja faltante debía venir en el “Santa Paula”, que llegaría a puerto el 21 de mayo, por lo tanto, no reportaron la irregularidad. Así se manejaban las cosas.
Para caletear la mercancía, las autoridades portuarias contrataron a algunos supernumerarios para que ayudaran con la ardua labor. Entre estos estaban “El Remendao” y “El Psicología”. Mientras trabajaban, escucharon que las cajas estaban destinadas al Banco Central. Allí se les “prendió el bombillo”. El “Remendao” estaba perdidamente enamorado de una mujer que trabajaba en un bar, que siempre le decía que sería suya el día que tuviera plata.
Cuando se les presentó la oportunidad, escondieron y sustrajeron una de las cajas.
Cuando llegó el “Santa Paula” y no venía la caja faltante, se encendieron las alarmas. Se inició la averiguación policial por parte del “Servicio de Investigación Criminológica” algo así como la bisabuela de la PTJ.
En el transcurso de las averiguaciones se determinó que entre los trabajadores que descargaron las cajas había dos que no eran empleados del puerto, pero por el desorden reinante, no se sabía sus nombres, sólo se les conocía como “Psicología” y “Remendao”.
Cuando ya en lugar seguro los pichones de ladrones abrieron la caja, no pudieron dar crédito a lo que sus ojos veían: centenares de billetes anaranjados de quinientos bolívares, el de más alta denominación. Jamás en su vida habían visto tanto billete junto. No tenían idea de cuánto habían hurtado. ¡Jamás en Venezuela se había producido un robo de esa magnitud!
Los hombres, analfabetas funcionales, mandaron a comprar los periódicos y, para su sorpresa, vieron que la cantidad sustraída ascendía a DIEZ MILLONES DE BOLÍVARES, una cantidad exorbitante para la época, que jamás en su vida pensaron llegar a tener. No les faltó más nada que leer, gritaron y se abrazaron y empezaron a hacer planes con su fortuna. El “Remendao” empezó a soñar en serio con la chica del bar.
Pero como gente poco acostumbrados a leer, no leyeron ni la nota completa, ni el aviso del BCV. Resulta que los billetes no estaban completos: les faltaba las firmas del presidente y vicepresidente del Banco Central, Jesús María Herrera Mendoza y J. J. González Gorrondona. También faltaba la fecha en que entrarían en circulación los billetes. Esos billetes no podían circular, todavía no eran dinero legal.
El “Remendao” invitó a su damisela a pasear a Naiguatá, luciéndose con su cartera bien llena de billetes. En algún lugar pagó con uno de los billetes incompletos y regresaron a La Guaira.
Quien recibió el billete notificó a la policía, la mujer era conocida y por ahí empezaron a averiguar. Días mas tarde, un empleado bancario acudió ante la “Criminológica” denunciando que un sujeto le ofreció hacerlo rico si cambiaba en el banco los billetes sin firma ni fecha. Con la descripción del sujeto se determinó que co…