Qué es el síndrome de Tourette
El síndrome de Tourette es un trastorno neuropsicológico que hace que los pacientes tengan espasmos, o realicen movimientos o sonidos repentinos y repetitivos, conocidos como tics. Aunque en la cultura popular, el Tourette se asocia a una expresión involuntaria de palabrotas, lo que se conoce como coprolalia, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), solo un 10 % de los pacientes experimentan este síntoma. El Tourette es más frecuente en hombres que en mujeres.
Esta sociedad científica reconoce que existe un solapamiento significativo de este trastorno con otras entidades clínicas, como el Trastorno Obsesivo Compulsivo y el Trastorno por déficit de Atención e Hiperactividad, como es el caso de Robbie Williams. Así, la SEN detalla que la comorbilidad con el TOC está presente en la mitad de los casos, mientras que un 40 % de los pacientes de Tourette sufren también TDAH.
Los tics, vocalizaciones y gestos del síndrome de Tourette suelen tener una serie de características concretas como la inhibición voluntaria. Los tics son el movimiento anormal que más frecuentemente y con mayor facilidad puede ser controlado, durante cierto tiempo, por el paciente. El control motor voluntario generalmente no se afecta. Incluso personas con un síndrome de Tourette relativamente grave son capaces de realizar tareas complejas, como operar, competir profesionalmente en deportes o tener éxito como músicos.
Movimientos y acciones habituales. Los tics y gestos son casi siempre idénticos a los que normalmente se realizan en actividades de la vida diaria, incluyendo los obscenos o insultantes. Es la dificultad en suprimirlos lo que diferencia un tic de una conducta normal. La imitación. Los tics resultan tan fácilmente imitables por el paciente. Este aspecto lo diferencia de otros movimientos anormales como la distonía, corea, parkinsonismo o incluso el temblor cinético, precisa La Voz de Galicia.
Si bien durante décadas se creyó que el Tourette era una patología de origen psiquiátrico, en la que los tics se consideraban psicógenos, el desarrollo del campo de investigación de los trastornos del movimiento ha llevado a que sea considerado en la actualidad como un trastorno neurológico equiparable a alteraciones del control motor como lo son las distonías. Sin embargo, el componente conductual sigue siendo una parte prominente del Tourette, incluso, frecuentemente, predominante, apuntan desde la SEN.
El tratamiento del Tourette puede incluir el uso de fármacos como la risperidona, la clonidina o el aripiprazol. «La disregulación del sistema dopaminérgico se considera la principal disfunción neuroquímica en el Tourette; de hecho, el primer y principal grupo farmacológico empleado en el tratamiento de los tics es el de los antipsicóticos o neurolépticos, cuya eficacia en el tratamiento de los tics fue establecida hace más de 40 años y está relacionada con el bloqueo de los receptores dopaminérgicos D2», detalla la SEN.
Una relación tormentosa con la fama
Robbie Williams explica en el pódcast que la fama no es una aliada de su salud mental. "Solo cuando estoy en mi cama me siento en mi zona de confort. Todo lo que sea fuera de mi cama es un lugar incómodo, algo que los médicos han relacionado con ciertos rasgos de autismo. Es cierto que estoy mejorando. Fue horrible cuando tenía 20 años, malo cuando tenía 30, con 40 comencé a mejorar y ahora estoy en una curva de mejoría ascendente", dijo al comienzo del episodio.
Su mejoría es tal que, por fin, con 51 años, es capaz de disfrutar de sus conciertos, algo que no siempre le ha ocurrido. "La gente me dice: "Debes de estar contento ahora que te vas de gira" y la verdad es que no. Estoy aterrorizado, pero soy campeón olímpico en enmascarar los síntomas", contó el artista.
Esta ansiedad social es parte de una larga lucha de Williams con sus problemas de salud mental, algunos de los cuales han sido retratados en su película autobiográfica del 2024, Better man. En el largometraje aborda su relación complicada con su padre ausente, las exigencias de la fama y el peso aplastante que tuvo la adicción en su vida.
"Cuando me diagnosticaron el TDAH, hubo alivio por tener un diagnóstico oficial, pero también porque me dieron doscientas tabletas de anfetamina. Empecé a pensar que esas tabletas me iban a "arreglar", porque siempre está el ideal de una cura, y pasé rápidamente de tomarme las pastillas a triturarlas y aspirarlas por la nariz", dijo Williams en el pódcast.
Fue, para él, un camino largo, pero hoy, con la ayuda de la terapia y la sabiduría de los años, ha podido ver su propia vida desde otro lugar. "Pensar que posiblemente no pueda seguir actuando en vivo para siempre me ayudó a cambiar mi perspectiva", resumió.