La profesora de anatomía de la Universidad de Bristol (Reino Unido), Michelle Spear, señala en su artículo para The Conversation que esta cirugía está siendo solicitada por personas sanas cuya principal motivación es ganar unos centímetros de altura, a pesar de los riesgos y el doloroso proceso de recuperación que conlleva.
La técnica, conocida como alargamiento óseo por distracción, consiste en cortar el hueso y fijarlo a un dispositivo externo o interno que se va ajustando milimétricamente cada día. Fue ideada por el cirujano ortopédico soviético Gavriil Ilizárov en los años 50.
El proceso estimula la formación de nuevo tejido óseo en la separación, pero se extende por meses, requiriendo una fisioterapia intensiva. Los pacientes deben estar preparados para un período de incapacidad significativa y un dolor persistente, con riesgos inherentes como infecciones, daños nerviosos o artritis, entre otros.
En un mundo donde ser más alto se percibe inconsciente y conscientemente como sinónimo de éxito, liderazgo y atractivo, algunos individuos ven en esta cirugía una inversión para su vida personal y profesional y se someten a esta intervención tan invasiva.
"En teoría, casi cualquier persona podría ganar unos centímetros de altura. Pero en la práctica, esto implica meses de huesos rotos, tejidos nuevos frágiles, fisioterapia agotadora y el riesgo constante de complicaciones", advierte Spear.
"Para quienes lo necesitan por motivos médicos, los beneficios pueden cambiarles la vida. Pero para quienes solo buscan ganar un poco de altura, la pregunta sigue siendo si realmente vale la pena soportar meses de dolor e incertidumbre", concluye.