Nada de estridencias en el apartado del colorido, a incluir una paleta cromática desde el blanco al negro, pasando por la combinación de ambos, azules, verdes, suave rosa y marrones.
Durante casi un año, Anderson exploró los archivos de Dior, rescatando elementos icónicos como los cuellos de encaje de Yves Saint Laurent, los toques inspirados en la papiroflexia de Galliano, las siluetas escultóricas del New Look de Raf Simons y el enfoque urbano de Maria Grazia Chiuri, que él traduce en minifaldas y camisas de denim.
Desde sus comienzos, el desfile de primavera-verano 2026 prometía no dejar indiferente a nadie. Al son de una música oscura, donde se abrió una caja de la maison que ejerció como una especie de caja de Pandora: una película (elaborada por Adam Curtis) salía de ella recordando a todos los diseñadores al frente de la casa, desde John Galliano a Marc Bohan, pasando por la costura del propio modisto francés.
Tras este momento retrospectivo que rendía homenaje al pasado de la enseña, un vestido claro de líneas sencillas ejercía como un lienzo en blanco para introducir el nuevo Dior femenino de Anderson.
Su propuesta mezcla lo cotidiano con lo fantástico: camisas, faldas cortas y zapatos planos conviven con vestidos voluminosos, encajes y tocados teatrales. Anderson también incorpora referencias británicas, como capas de punto geométrico y un poema de Lord Byron como banda sonora del desfile.
Además de los volúmenes, Jonathan Anderson también se apoyó en su otro punto fuerte, los accesorios, para plantear una propuesta de bolsos y zapatos que merecen apreciarse en detalle.
No falta esa eterna intención lúdica, salpicada en los zapatos clásicos con orejas de conejo, los diseños con rosetones y los mocasines con logo en los que la 'o' de Dior es un ojete que deja ver el empeine del pie.
Los bolsos son un poco 'origami', al igual que los tocados, que pueden evocar tanto la Revolución Francesa como la era napoleónica tan del gusto de Galliano saludando al final de los desfiles.
Este debut redefine el “buen gusto” desde una perspectiva más inclusiva y realista, donde princesas, hadas y mujeres comunes comparten espacio. Con prendas fáciles de llevar y accesorios pensados para viralizarse, Anderson demuestra que sabe vender moda sin perder profundidad creativa.