Nuestra genta: Iraida Arana, una vida floreciendo entre el arte y la decoración
Arana es un ejemplo inspirador de cómo una pasión cultivada desde la juventud puede transformarse en una carrera enriquecedora y de impacto global
Maracay.- Iraida Arana ha dedicado su vida al mundo de la floricultutra. Su trayectoria es un testimonio de pasión, perseverancia y su deseo de compartir su conocimiento y amor por el diseño floral, desde su ciudad natal y a la que llama "su Maracay", estado Aragua.
A la temprana edad de 15 años, Iraida tomó su primer curso de arreglo floral con una maestra de Caracas. Lo que comenzó como un pasatiempo para embellecer su hogar, pronto se convirtió en una vocación. "Siempre fui muy cultivada por mis tías y mi familia y aprendí muchas cosas de manualidades, entonces me encantaba lo de las flores y dije, debo aprenderlo", recordó.
No fue hasta los 25 años cuando fundó su propia floristería, “Floristería Pimpollo”, en Maracay. Ubicada estratégicamente, debajo de las gradas de la Plaza de Toros, su negocio rápidamente se destacó. "Me destaqué por hacer muy bonitas decoraciones. Empezamos en ese mundo porque en ese momento eso no se estilaba, la gente no lo hacía, no había esas grandes decoraciones de fiesta. Por ahí empecé", explicó sobre sus inicios en un campo que en ese entonces no era tan popular.
A finales de los años 70, específicamente en 1979, Iraida co-fundó el Club de Jardinería de Aragua, un hito que marcaría un antes y un después en su carrera. Con el apoyo de profesores de la Facultad de Agronomía y el respaldo de otros clubes ya establecidos en Venezuela, como el Garden Club de Caracas y el Club de Jardinería Margarita Stelly de Carabobo, el movimiento comenzó a florecer. Ocho años después, fundaron otro club, Aragua Floridiseño, y un grupo de entusiastas comenzó a estudiar el arte floral a un nivel más profundo.
Fue en este punto donde descubrió que su pasión iba más allá del ámbito comercial, adentrándose en el arte floral como una institución artística. Estudió con perseverancia y escaló hasta convertirse en Juez Máster y juez acreditada hace casi 40 años. Su dedicación la llevó a ser propuesta como instructora a nivel internacional para la centenaria National Garden Club, con sede en Estados Unidos. Desde hace 16 años, Iraida dicta cursos y participa en exposiciones a nivel internacional.

Si bien el contacto presencial en sus viajes por el mundo le ha brindado "vivencias... un récord grandísimo en muchísimas partes del mundo", la llegada de la virtualidad durante la pandemia le abrió aún más puertas. Junto a un grupo de diez instructoras latinas (cinco mexicanas, dos venezolanas y tres argentinas) del National Garden Club, y con el apoyo de asesoría del TEC de Monterrey, han logrado llevar sus conocimientos a toda Latinoamérica y América del Sur de manera virtual.
Para Iraida, esta conexión virtual ha sido un regalo: "Me ha tocado conexión con muchísimas partes del mundo. Entonces tengo grandes amigas jardineras en todo el mundo y esa es la cosa más hermosa que les puede pasar a uno. Y que tú te sientas apapachada y que puedas transmitir tus conocimientos y la gente se sienta agradada por eso".
Cuando se le pregunta sobre su obra más hermosa, su "hijo" o su "obra", Iraida sonríe y afirma: "Te vas enamorando cada vez de uno y de otro y de otro. Te vas enamorando. Entonces siempre tienes, a lo mejor alguna consentida, pero muchísimas cosas que te gustan y te entretienen".
La vida de Iraida Arana es un ejemplo inspirador de cómo una pasión cultivada desde la juventud puede transformarse en una carrera enriquecedora y de impacto global, floreciendo y embelleciendo el mundo a través del arte de la horticultura.