Enrique García, director de la fundación, destacó que esta iniciativa ha aportado con éxito refugio y alimento a diversas especies de animales en la localidad, “lo que demuestra el impacto positivo de la arborización”. Destacó que la presencia de flora nativa y adaptada al clima local es crucial para el sostenimiento de la fauna urbana, “creando microhábitats que favorecen el equilibrio ecológico”.

 

El proceso de siembra en la ciudad no solo beneficia la biodiversidad, sino que también ofrece múltiples ventajas para la comunidad. García explicó que la presencia de estos nuevos árboles mejora la temperatura y la sensación térmica en áreas urbanas densamente pobladas, un factor clave en el contexto del cambio climático. Además, la vegetación absorbente ayuda a gestionar el exceso de agua de lluvia, lo que reduce el riesgo de inundaciones, y captura partículas en suspensión para contribuir a la mejora de la calidad del aire.

 

Entre las especies plantadas, se incluyen árboles y arbustos seleccionados por su adaptabilidad al ecosistema local, como el emblemático araguaney y apamates de diversos colores. Estas especies no solo embellecen el paisaje urbano con su floración, sino que también cumplen funciones ecológicas vitales, como la provisión de néctar para polinizadores y frutos para aves. 

El director añadió que la elección de especies autóctonas o bien adaptadas es fundamental para asegurar su supervivencia y maximizar sus beneficios ambientales a largo plazo.

 

La fundación reiteró su llamado a la colectividad para sumarse a esta iniciativa, invitó a la participación activa en futuras jornadas de siembra y en el cuidado de los árboles existentes. García recordó que la colaboración ciudadana es un pilar fundamental para el éxito y la sostenibilidad de estos proyectos.