Opinión
Calidad de vida: Los perros de la conquista
Los perros de los conquistadores eran alanos de raza, es decir, un cruce entre dogos y mastines
22 de noviembre de 2025
Opinión.- Uno de los recursos más infames que utilizaron los conquistadores europeos para someter a los pueblos originarlos de nuestra América fueron los perros de guerra, entrenados para matar. Se trata de un pasaje tenebroso y sangriento de la invasión colonialista del cual existen pocos registros escritos, solo algunas representaciones en el arte de la época, incluso se ha pretendido ocultar y echar al olvido.

A pesar de su superioridad técnica y militar, los conquistadores no lograban doblegar de un todo a los aguerridos aborigeneses, por lo que tuvieron que apelar a otros recursos, como aprovechar las discrepancias entre algunos pueblos para fomentar la traición en sus filas y, cuando las tribus presentaban una increíble resistencia, lanzaban su jauría de perros de guerra.

Los perros de los conquistadores eran alanos de raza, es decir, un cruce entre dogos y mastines. Unos animales terribles que, con su feroz presencia, representaban la viva manifestación de una insoportable forma de terror casi demoníaca. Los soldados aperreadores se encargaban de llevarlos, siempre iban en primera línea acompañando a los ballesteros y delante de los arcabuceros y, por supuesto, cuando actuaban conjuntamente con la caballería, el pánico que causaban en los indígenas era extremo.

Estos perros fueron el arma secreta, parte de la estrategia para aterrorizar a los nativos que, si bien conocían razas más pequeñas y amigables de ese animal, quedaron asombrados al ver jaurías con un instinto tan agresivo, por lo que tenían más pavor a un alano que a un regimiento de arcabuceros.

En la exploración de la región de la Amazonía, los españoles llevaron hasta unos 2.000 perros. Francisco Pizarro fue uno de los que lideró la incursión que terminó por avasallar al imperio inca. Y uno de los primeros puntos por los que pasó fue Tumbes, donde los perros exterminaron a la población.

En la llamada matanza de Cholula, dirigida por Hernán Cortés en su ataque a los Aztecas, se calcula que más de 6000 personas murieron en menos de cinco horas; los perros alanos fueron perpetradores, en gran medida, de la masacre indiscriminada que ha pasado a la historia como una de las cargas militares más sangrientas.

En lo que es hoy territorio venezolano, tras la muerte de Guaicaipuro el cacique Tamanaco asume el liderazgo de los pueblos indígenas que se habían unido para enfrentar a los invasores. Tamanaco fue capturado. Se le ofreció una alternativa para salvar su vida: enfrentarse a uno de estos perros de guerra. Aceptó el desafío, pero la lucha fue desigual. El 5 de julio de 1573 murió a causa de las heridas infligidas por el animal que, según la leyenda, le desgarró la garganta.

Pocos cronistas de la época, como Juan de Betanzos o Bartolomé de las Casas, escribieron en defensa de los pueblos indígenas y documentaron abusos cometidos durante la invasión europea.

Recientemente, el escritor peruano Carlos Enrique Freyre presentó su novela “Tierra de canes”, donde narra las aventuras de Tomás de Xerez (personaje de ficción basado en hechos históricos), mediante el cual recrea a uno de esos “aperreadores” encargados de entrenar y resguardar a las jaurías del contingente español en su campaña para conquistar el Perú. Un buen aporte para develar el manto con el que se ha querido esconder esta oprobiosa historia.
Sigue la información minuto a minuto en nuestro Telegram Instagram Facebook Twitter ¡La noticia en tus manos!
VÍA Equipo de Redacción Notitarde
FUENTE Arnaldo Rojas