Luis Eduardo Martínez: ¡Vamos a ganar, en unidad, la batalla por la soberanía y la paz!
Las sanciones unilaterales extranjeras provocaron -junto es cierto el empeño de implantar un modelo fracasado- el mayor derrumbe de una economía nacional
Opinión.- Pronto harán tres meses que los Estados Unidos elevó su escalada contra Venezuela, movilizando hacia el Caribe una considerable flota y miles de soldados.
Fue un episodio más de la agresión contra un pueblo en Paz y de Paz que ya pasa de 10 años. La guerra, porque lo es, contra los venezolanos y venezolanas ha sido implacable.
Las sanciones unilaterales extranjeras provocaron -junto es cierto el empeño de implantar un modelo fracasado- el mayor derrumbe de una economía nacional en la historia reciente de la humanidad con la afectación de la vida de millones de familias.
El acoso mediático ha derivado en un clima permanente de incertidumbre y angustia que se multiplica sumado a las expectativas de unos pocos de provocar un cambio por la vía violenta -a pesar de tantos intentos fallidos.
La amenaza de una invasión, basada en una narrativa absolutamente falsa que es la de la lucha contra el narcotráfico, como detonante de un quiebre interno, ya sea de la Fuerza Armada, ya sea de la población civil, que evidentemente es el juego infernal atizado por el extremismo venezolano, en contra de lo que seguramente pensaron sus promotores, hoy es el motor de una Unidad sin precedentes y de una normalidad de la cual debemos sentirnos orgullosos porque habla mucho y bien de nuestra conciencia cívica.
Es casi unánime el rechazo a la agresión extranjera. Es unánime en el liderazgo de la representación de los trabajadores, emprendedores y empresarios, de los estudiantes y de los profesores, de los campesinos y los productores, de los deportistas y cultores, del oficialismo y de la oposición democrática.
Mientras desde la seguridad del extranjero algunos apátridas tocan tambores de guerra en las calles se respira Paz: ni un solo día de clases se ha perdido en el año académico que comenzó en septiembre, no hay huelgas, no hay paros, no hay ni siquiera movilizaciones de protesta como las que en el pasado adelantaron. Lo reafirmamos: Venezuela es un país en Paz y de Paz.
Mientras, la solidaridad internacional crece: son nuestros amigos de China, Rusia, Turquía; son nuestros vecinos Brasil y Colombia, es México y el Gran Caribe como un sinfín de países de África y Asia, es CARICOM y aún con timidez la Unión Europea, es España en el CELAC, es el Papa León XIV expresando su preocupación por las “tensiones” provocadas por el despliegue de los marines estadounidenses en el Caribe, con la amenaza latente de la guerra. “Creo -afirmó el Santo Padre- que con la violencia no ganamos”, tras explicar en Castel Gandolfo que unos minutos antes había leído una noticia sobre un mayor acercamiento de buques de guerra a la costa de Venezuela. “Lo que hay que hacer-agregó- es buscar el diálogo, buscar una forma justa de encontrar soluciones a los problemas que puedan existir en algún país”.
Tenemos problemas, nadie lo oculta, tenemos diferencias lo que es normal, pero corresponde a los venezolanos y venezolanas por igual procurar de la mano superar las dificultades del presente y forjar, no me canso de afirmarlo, el mejor País del mundo que bien podemos serlo.
El Gerald Ford estacionado frente a la costa marroquí tras pasar por Gibraltar es la mejor señal que pronto barcos, aviones y soldados, estacionados en el Caribe volverán a sus bases y será posible entonces que compartamos con alegría en casa el tiempo de Navidad.
Ya lo verán: ¡Vamos a ganar, en Unidad, la batalla por la Soberanía y Paz!