Adán y Eva fueron creados por Dios, eran uno perfectamente unidos
Opinión.- La familia no es una invención humana, es un diseño de Dios, proviene de la mente de un Dios bueno, perfecto, que hace todas las cosas con propósito. La verdadera revelación de la familia está en entender qué estaba pensando el creador cuando le dio vida a la primera familia.
Adán y Eva fueron creados por Dios, eran uno perfectamente unidos. Aunque Eva aparece en escena después ya se encontraba en el interior de Adán. A esta primera familia se le entregó el gobierno de la humanidad, la autoridad sobre todo lo creado, que, con la bendición de Dios, debían multiplicarse, gobernar y sojuzgar. Esa primera familia era la expresión del gobierno divino, del reino de Dios expresado en justicia, amor, paz y gozo.
Sin embargo y como sabemos esta perfecta unidad, hombre-mujer-Dios se vio interrumpida cuando un plan muy bien orquestado por satanás se ejecutó con el objetivo de crear una separación entre los tres, dejando una marca que no pudo ser borrada hasta que Cristo nuestro salvador apareció en escena para destruir las obras de las tinieblas, restableciendo la unidad y la bendición de Dios para las familias redimidas de la tierra. Gálatas 3:2 dice “no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús”.
La primera familia fue presa de la maldición de la división, la célebre frase dicha por Adán “la mujer que me diste” fue la semilla de una separación que germinó en frutos de competencia, rechazo, ofensas, incomprensión, desprecio, deshonra entre ellos. El primer Adán no dio su vida por Eva, no se puso en el lugar del castigo, no intercedió por perdón y misericordia, como si lo hizo nuestro segundo Adán y salvador “Cristo”, este primer Adán olvidó que ella era carne de su carne y hueso de sus huesos, la desconoció públicamente, ante el mundo creado y las huestes celestiales, fue expuesta como una mujer pecadora. Sin duda alguna, el amor que un día se profesaron no pasó la prueba del sacrificio y la inmolación. Por eso Cristo manda que el hombre ame a su esposa como Cristo amó a su iglesia y dio su vida por ella, que la trate con amabilidad y sabiduría, mientras que a la mujer le manda a honrar, respetar y sujetarse a su marido, como la iglesia se sujeta a Cristo. Estos códigos eternos fueron diseñados no para sometimiento sino para bendición y protección de las familias.
Las familias siguen siendo el centro del ataque feroz de las tinieblas, la división es la estrategia favorita, separando a los esposos, los hijos de los padres y construyendo muros indestructibles de dolor. Familias disfuncionales, padres extraviados de sus roles y/o hijos huérfanos con padres. Aquellos que aún siguen en pie reciben una descarga de situaciones y reveces con el objetivo de debilitar el ánimo y las fuerzas hasta el punto de entregarlo todo, abrazar la desesperanza y dejar de luchar por su descendencia.
Pero hay una luz de esperanza en medio de la oscuridad. Como nuestras familias siguen siendo la idea de Dios y el medio por el cual se establece su reino en la tierra. Dios se compromete con cada familia que lo busca, guardándolas, proveyéndoles todos los recursos necesarios para que su linaje sea poderoso y cumplan el mandato de gobernar, sojuzgar a la maldad, y establecer su reino basado en el amor, la paz y la justicia por medio del Espíritu Santo.
El plan de Dios es la redención para las familias de la tierra. Debemos volvernos a él como familias, reconocerlo y honrarlo, que los padres enseñen a sus hijos a amar y servir a Dios, que sean ejemplo de fe, amor, entrega, perdón, servicio y obediencia a los principios de Dios. Familias bajo una cultura de vida, respeto y honra. Familias donde el amor sea renovado cada día porque Dios se constituya en la fuente de ese amor que todo lo puede, que estén unidos en una sola visión familiar, construidas sobre el fundamento que es Cristo, para soportar las pruebas y los desafíos que vengan en la vida.
Dios desea transformar las familias, sanar las relaciones rotas, establecer el perdón, prosperarlas y bendecirlas. Basta con que uno de sus miembros lo busquen, uno que se constituya en la puerta por la cual Dios empiece su obra. Dios no ve individuos, Dios ve familias. Cristo entregó su vida para redimir las familias de la tierra, por eso tu familia puede ser salvada y restaurada. ¿Estás dispuesto? Aún hay tiempo. Ora por tu familia y entrégale tu vida a Jesús, así empieza tu milagro.
Ap. Julie de Romero.
Apóstol de la Federación
C.C.N en Valencia.
Instagram @juliederomero
@ccn.valencia