Teódulo López Meléndez: La construcción de sentido y valores
Las complejas exigencias sociales no están codificadas en los genes
Opinión.- La mutación del conocimiento es obvia, lo que Morín llama “una masiva y prodigiosa ignorancia”, lo que obliga a liberarlo de especialistas ignaros y de doctrinas obtusas. Hay que mirar a la complejidad, a todo el tejido que constituye este mundo fenoménico, a la vida como una auto-eco-organización extraordinariamente compleja que debe producir la autonomía mediante la búsqueda de la unidad múltiple.
Sobre el fin o la continuidad de la evolución humana se buscan las diferencias entre los mecanismos de la evolución biológica y los de la evolución cultural. Las complejas exigencias sociales no están codificadas en los genes y nuestra especie ha evolucionado por medios sociales y culturales.
Dentro de este campo de posibilidades los llamados cibernéticos humanistas, como Joseph Weizenbaun (Ethics of artificial intelligence,The threat to human dignity), llaman a evitar la aplicación indiscriminada de computadores a lo humano manteniendo un concepto claro de lo que lo es propiamente manteniéndolas fuera de áreas inapropiadas.
Michel Serres en Regreso al Contrato Natural comienza por asegurar que los hombres somos como somos por haber aprendido que íbamos a morir. La posibilidad que se asomó –nos recuerda- sucedió a mediados del siglo XX: la muerte de la humanidad, una que podía sobrevenir por un acontecimiento natural o como consecuencia de nuestras propias acciones de deterioro del planeta.
Los agentes sociales producen procesos de restructuración de sus relaciones y sus vínculos mediante la comunicación que es un auténtico cultivo de la vida. Ahora constituimos objetos ambiguos, por lo que los procesos sociales deberán ser abordados como un cultivo de espacio dentro del cual los actores operan reflexivamente construyendo sentido y valores y, así sea, dominando los instrumentos materiales y simbólicos.
Como nunca el hombre deberá buscar en este nuestro tiempo de penetrante cultura tecnológica que transforma la naturaleza, la sociedad, la biología, el cerebro y los imaginarios culturales. En otras palabras, el hombre deberá asegurarse el poder, especialmente del control sobre la realidad modificada, más allá que por la implementación tecnológica, por la seguridad simbólica.
Es necesario recrearla mediante el pensamiento de construcción de ciudadanía, de desarrollo sustentable, de resiliencia, dirigidos a la transformación de un mundo agotado y de otro que, desde la perspectiva tecnológica, ofrece increíbles posibilidades, pero también amenazas.
Es menester una toma de conciencia radical e ir a modificaciones en el modo de organización de nuestro saber. Los paradigmas que gobiernan nuestra visión de las cosas, entre los cuales el de la simplificación, deben ser sustituidos precisamente por un retorno que elimine la reducción de lo complejo a lo simple.
@tlopezmelendez