Las enseñanzas en este capítulo 4 tienen fundamento en lo moral, en la santidad, el honor y todo lo que embellece la vida
Opinión.- Así que, el que desecha esto, no desecha a hombre, sino a Dios, que también nos dio su Espíritu Santo. Sí, sí. 4:8. Pablo resalta en esta epístola la correcta conducción en la que todas las personas deben andar, más aún los creyentes. Las enseñanzas en este capítulo 4 tienen fundamento en lo moral, en la santidad, el honor y todo lo que embellece la vida.
Cuando se desecha, se tiene por poco las pautas morales que vendrían a estructurar las bases para que una sociedad no se corrompa. Sin embargo, muchas personas son las que no prestan atención cuando Dios envía las indicaciones por medio de sus instrumentos.
Nunca se deben tener por menos las palabras que nos dan, para la edificación y cuidado de nuestro andar. Al poner en una balanza y estimar de poca valía las advertencias del cielo, es delicada. Una cosa es que pongas en duda las palabras que el hombre per se diga desde su percepción; empero, dudar de las palabras divinas dada por alguien llena de Dios, es completamente diferente.
En este capítulo a simple vista están plasmadas las herramientas para que toda una sociedad se conduzca con excelencia y no ande dando tumbos, por no obedecer el manual celestial. Muchas personas que han tenido hermosas familias y, por desechar, menospreciar los mandatos del Señor, se provocan debacle dentro de los hogares.
No estamos desechando a los instrumentos humanos, a hombres o mujeres que, con la gracia de Dios y su Santo Espíritu, te proporcionamos una palabra para que andes triunfante, para que conquistes metas de distintos índoles. Cuando nos burlamos y arrojamos a la cesta de la basura las perlas que es su pureza, su grandeza, el reino, la palabra divina, el valor del evangelio, estamos desechando al mismo Dios, es a Dios a quien desestimamos, estamos diciendo, nos importa un “comino”. Trayendo esto terribles consecuencias a los hogares y país entero.
Las personas en su tozudez siguen hiriendo el corazón de Dios, muchas poblaciones han escuchado a personas enviadas por el mismo Padre celestial para darle una palabra a tiempo, para hablarle de la persona de nuestro Señor Jesucristo; Sin embargo, desprecian los consejos. Prefieren andar en sus obstinados caminos, se creen superior a los planos que tiene el Eterno para sus vidas, sin saber ellos que sus propias conductas desprovistas de seguridad divina los deja fuera de combate; Es muy triste, es hora de apercibirse.
Aunque el Espíritu Santo se nos da a los creyentes para vivir una vida lejos de todo aquello que ofenda a Dios, para que una iglesia ande en victoria, nosotros no debemos poner nuestra mirada en cosas que nada tenga que ver con nuestro Cristo resucitado. No podemos despreciar ni tener en poco la palabra de Dios, porque ella misma es nuestro oxígeno, debemos tener en cuenta que cualquier desprecio que se le haga a su palabra, aunque ya seamos creyentes, estamos golpeando el corazón de nuestro Padre.
Así como las instrucciones dadas por el Apóstol Pablo a la iglesia, también es para todas las personas sin distingo de raza, de posiciones, es para todos estas instrucciones. Las familias, los países, necesitan y están llamados a valorar todo lo que venga de Dios. Obedeciendo y apreciando la palabra santa, tendremos más sociedades sanas, libres y prósperas.
Sí se puede amigo lector (a), es por aquí la plaza pública comunicacional!
Otrosí o nota: Las lecciones bíblicas, sus enseñanzas, sus advertencias, es de alcance universal. Se les enseña a un conglomerado de creyentes oa las iglesias ya constituidas, pero trasciende la palabra a todas las personas, a todos los estratos hasta alcanzar al más descuidado y al más engreído de los seres humanos. Y todo es por amor.