Luis Eduardo Martínez: De la paz a la paz positiva
La paz entendida solo como una situación en la que no existe lucha armada en una nación o entre naciones, no es suficiente para que sea sostenible
Opinión.- Venezuela es hoy un país en paz a pesar del empeño de algunos de sumergirnos en una guerra fratricida.
Pero la paz entendida solo como una situación en la que no existe lucha armada en una nación o entre naciones, no es suficiente para que sea sostenible.
Mas apropiada la definición bíblica: paz no solo significa la ausencia de conflictos, sino también la plenitud, integridad y bienestar total que proviene de una relación correcta con Dios y la armonía con los demás. O la de paz positiva que va más allá de la simple ausencia de violencia directa.
La paz positiva, concepto acuñado por el sociólogo noruego Johan Galtung en su teoría de los conflictos, representa un estado de concordia que se centra en la eliminación de la violencia estructural, como la desigualdad, la injusticia y la exclusión social que perpetúan la confrontación.
Para Galtung, esta forma de paz implica la construcción de actitudes, instituciones y estructuras que fomenten la cooperación, la equidad y una cultura de integración entre grupos diversos, promoviendo sociedades justas donde no haya excluidos ni mecanismos opresivos que generen tensiones.
En esencia, la paz positiva no es solo un cese de hostilidades, sino una condición para el desarrollo humano integral, donde la justicia social y la resolución no violenta de desacuerdos se convierten en pilares para prevenir guerras y desigualdades.
Pasar en Venezuela de la paz a la paz positiva debe ser objetivo a alcanzar con el concurso de todos.
Paz positiva es paz política soportada en el diálogo permanente, la inclusión y el respeto a la pluralidad. Las diferencias son naturales en democracia, pero estas tienen que limarse en un marco de reconocimiento y respeto a las reglas de juego. En Venezuela, la búsqueda de consensos y la consolidación de una cultura de diálogo resultan claves para superar divisiones que parecieran irreconciliable y en procura de la forja de un país donde visiones distintas no perpetúen los enfrentamientos.
Paz positiva es paz económica que haga posible un estado de bienestar. La pobreza, el desempleo, la inflación y las desigualdades generan tensiones que atentan contra la paz social. En Venezuela, garantizar la paz implica avanzar hacia un modelo de desarrollo que promueva la producción nacional, la innovación, la inversión social y el trabajo digno. Una economía robusta no solo mejora las condiciones de vida, sino que fortalece el tejido social y reduce las causas estructurales de los conflictos.
Paz positiva es paz social con instituciones que funcionen con justicia y equidad. La paz venezolana debe ser entendida como un proceso que parte del reconocimiento de los derechos de todos los ciudadanos. Una justicia imparcial, un Estado social fuerte y políticas públicas orientadas al desarrollo humano son pilares esenciales para consolidar esa paz duradera teniendo siempre presente que la justicia constituye el pilar fundamental de la paz duradera. La Comisión de la Verdad de Naciones Unidas señala que “no hay paz sin justicia, ni justicia sin verdad”.
Paz positiva es paz cultural y comunitaria basada en nuestra diversidad étnica, regional y espiritual tan importante para la construcción de paz permanente. La música, la gastronomía, las tradiciones y el sentido de hospitalidad de nuestros pueblos son expresiones que promueven la unidad en medio de las diferencias. Reconocer, valorar y potenciar esa diversidad contribuye a generar un clima de tolerancia y de encuentro que es indispensable para la paz.
Paz positiva es educación para la paz educando en valores, resolución pacífica de conflictos y participación comunitaria para que se internalice la paz como un hábito cotidiano. Parafraseando a Paulo Freire la educación debe ser un acto de liberación y diálogo, capaz de empoderar a las personas para transformar su realidad. Garantizar una educación integral, inclusiva y crítica es garantía para prevenir la violencia y sembrar las bases de la convivencia democrática.
Paz positiva para Venezuela no es una quimera, es perfectamente posible entendiendo que juntos podemos conquistarla. ¿A qué esperamos?
Por Luis Eduardo Martínez