Francisco Fonseca: En defensa de la patria
Nuestra historia no es la de un país subyugado, sino la de una tierra de libertadores
Opinión.- En muchas partes del mundo, el proyecto bolivariano es observado con atención. Para algunos, es un faro de esperanza; para el imperialismo y sus lacayos, es una anomalía que debe ser erradicada. La razón es simple y profunda: Venezuela, heredera de la espada de Bolívar, se ha negado a ser una colonia más, a inclinar la cabeza ante los dictámenes de Washington. Nuestra historia no es la de un país subyugado, sino la de una tierra de libertadores. Esta memoria histórica nos obliga a exigir respeto a nuestra soberanía, a defender la paz como el bien más preciado y a honrar el legado de quienes nos dieron la independencia.
El presidente Nicolás Maduro ha sido la voz de este pueblo digno. Con su llamado a la defensa integral de la nación, ha recordado que el derecho a construir nuestro propio modelo económico, político y militar no es negociable.
La Milicia Bolivariana, que ha crecido de manera exponencial, es la encarnación del concepto de pueblo en armas, un pilar fundamental de nuestra doctrina de defensa. Es por ello que la convocatoria a un proceso de alistamiento y llamado a filas no es un acto de guerra, sino un acto de paz, una señal inequívoca de que estamos preparados para disuadir cualquier agresión.
La gran mentira
El imperialismo, incapaz de doblegarnos, ha recurrido a una de sus herramientas más infames: la guerra psicológica. La más recurrente y vil de sus narrativas es la de definir a Venezuela como un “narco-estado”. Sin embargo, esta matriz de opinión ha sido desmentida, una y otra vez, por los propios organismos internacionales.
Y es que el informe 2025 de la ONU sobre Drogas y Crimen (ONUDD) es clarísimo: Venezuela es un actor irrelevante en el mapa mundial del narcotráfico. El documento también confirma que nuestro país se ha consolidado como un territorio libre de cultivos ilícitos, como la hoja de coca o la marihuana, y de la presencia de cárteles criminales internacionales.
A pesar de los ataques, la Revolución Bolivariana sigue de pie. El pueblo venezolano, con su elevada consciencia, se mantiene unido para defender la soberanía y el proyecto que nos legó el Comandante Chávez. El crecimiento económico, la superación del rentismo y el incremento de la producción nacional, que el presidente Maduro ha señalado en los últimos 17 trimestres, demuestran que, a pesar del asedio, estamos avanzando.
Agenda desestabilizadora
Como es de conocimiento público, el secretario de Estado y consejero de Seguridad Nacional interino estadounidense, Marco Rubio, ha estado de gira por nuestro continente buscando aliados que se sumen a la arremetida mediática y política de la administración Trump contra Venezuela.
Lamentablemente, algunos pueblos hermanos se han unido a esta retórica contra nuestro país. El primero fue Paraguay, que inmediatamente se plegó al discurso yanqui del narcoestado.
Entretanto, Guyana y Trinidad y Tobago también se sumaron, y añadieron que estarían dispuestos a ceder su soberanía a conveniencia de Washington para una hipotética intervención militar en territorio venezolano, disfrazada de una supuesta amenaza de Venezuela de invadir suelo guyanés. Esta postura representa una absoluta vergüenza, no solo para la región, sino para los ciudadanos de ambos países.
Aquí queremos enfatizar el peligro que supone para nuestra soberanía nacional la postura lacaya y servil de los gobiernos trinitario y guyanés. Con estos últimos tenemos una disputa por el territorio del Esequibo, la cual ha significado la excusa perfecta para convertir a Guyana en un enclave estratégico de operaciones desestabilizadoras contra nuestro país. Esto constituye una clara traición a la tradición caribeña de hermandad y defensa conjunta contra cualquier intervención extranjera.
Estamos llamados a seguir trabajando activamente para continuar construyendo políticas que garanticen la paz, la autodeterminación y una defensa conjunta sin fisuras, libre de posturas serviles que menoscaben la estabilidad regional.
Por Francisco Fonseca