Opinión
Arnaldo Rojas: El hombre que perdió su sombra
La narración se desarrolla de la siguiente manera: Peter, el protagonista, a cambio de un cofre con una inagotable cantidad de oro, le vende su sombra a un personaje misterioso: el Hombre de Gris
25 de mayo de 2025
Opinión.- Imagina por un momento que caminas bajo el sol y tu silueta no se proyecta en el suelo. Nada te sigue, nada te refleja. Serías como un cuerpo sin reflejo, un ser flotando en la luz absoluta. Sin sombra, ¿aún serías tú? A veces olvidamos que no solo lo visible nos define, sino también lo que ocultamos, aquello que cargamos a nuestras espaldas sin darnos cuenta.

Esta idea es explorada magistralmente en la novela “La maravillosa historia de Peter Schlemihl” (1814), también conocida como “El Hombre que perdió su sombra”, del escritor, zoólogo y botánico alemán Adelbert von Chamisso.

La narración se desarrolla de la siguiente manera: Peter, el protagonista, a cambio de un cofre con una inagotable cantidad de oro, le vende su sombra a un personaje misterioso: el Hombre de Gris. Y aunque el trato parece beneficioso, pronto descubre que el mundo no perdona a quien ha renunciado a su lado oscuro. Peter se convierte en un hombre rico pero, al no tener sombra, es rechazado por el resto de las personas y debe refugiarse en la penumbra de su mansión. Como un hombre sin sombra nada es, ni su adorada novia Mina soporta la situación. Cuando una noche de luna ella descubre la horrible verdad, huye de su enigmático pretendiente.

Rechazado por la sociedad, incapaz de amar y vivir en plenitud, se convierte en un prisionero de su decisión. No porque haya elegido la fortuna material, sino porque entregó algo más profundo, su identidad proyectada, su presencia en el mundo tangible.

Quisiera recuperar su vida anterior, sencilla y feliz. Cuando el misterioso Hombre de Gris (una especie de diablo elegante) le ofrece devolverle su sombra a cambio de su alma, Peter elige el camino más difícil, el de vivir sin sombra pero con alma.

Curiosamente, es en ese estado de pérdida donde Peter encuentra otra forma de plenitud, ya que decide alejarse de la sociedad para explorar la naturaleza, busca entender el mundo desde otro punto de vista y reconciliarse con su verdadero ser. Se enferma, comienza a debilitarse y cuando esto sucede, la gente que antes lo rechazó por su falta de sombra, deja de temerle. Como si al ver su fragilidad, olvidaran su rareza. Como si, por fin, el amor y la compasión pudieran filtrarse por la rendija que deja una sombra ausente.

Esta historia guarda una interesante relación con el concepto de “sombra” en la psicología analítica de Jung, el cual se refiere a aquellos aspectos de la personalidad que el individuo no quiere reconocer y, en consecuencia, rechaza o descarta. Pero, en cualquier momento, pueden regresar con una apariencia sintomática de algún trastorno. De manera que sanar es expandir la conciencia y reconciliarnos con nuestra sombra.

Tanto el autor de la novela como Jung coinciden en que la sombra, aunque sea una parte oscura de nuestro ser, tiene un valor irrenunciable para la identidad humana. Hay que abrazarla y no renunciar a ella.
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VÍA Equipo de Redacción Notitarde
FUENTE Arnaldo Rojas