"Una artista inigualable que trascendió los escenarios cultos para convertirse en un icono de la cultura pop. Es decir, un mito"
Opinión.- Este O2 de diciembre se cumple el centenario del nacimiento de María Callas, la más importante e influyente cantante lírica del siglo XX, conocida como La Soprano del Siglo o La Divina, una artista inigualable que trascendió los escenarios cultos para convertirse en un icono de la cultura pop. Es decir, un mito.
Prueba de ello es que, en octubre de este año, para celebrar el centenario, se inauguró el Museo María Callas en Atenas, el cual contiene una amplia colección de documentos, fotos, partituras, libros, filmaciones, trajes y objetos personales de la cantante. Por otra parte, actualmente se está rodando una nueva película sobre ella, “María”, del cineasta chileno Pablo Larraín, protagonizada por Angelina Jolie en el papel de Callas. Su estreno está previsto para 2024. Ambos eventos se suman a la celebración en todo el mundo con homenajes, programaciones especiales, obras de teatro, reediciones discográficas y un largo etcétera.
María Callas nació en Nueva York de padres griegos el 2 de diciembre de 1923. En plena adolescencia, con sus padres divorciados, emigró a Atenas donde se formó musicalmente teniendo como maestra a la legendaria soprano española Elvira de Hidalgo. A los 16 años debutó en el conservatorio de Atenas, ya entonces tenía esa voz extraordinaria y poderosa que habría de conmover al mundo. Debutó en La Ópera “La Gioconda” de Ponchielli, en Verona, Italia, 1947, con gran éxito. Fue el inicio de una deslumbrante carrera que, por diez años, la convirtió en la reina suprema de la escena lírica mundial.
Varios factores contribuyeron a cimentar su leyenda. De ser una persona obesa, se propuso superar esta condición y perdió cerca de 30 kilos, a tal punto que se convirtió en esbelta y elegante, símbolo del glamour, la modelo preferida de los diseñadores de moda, frecuente portada de las revistas fashion y llegó a crear su propio estilo.
Estableció nuevos patrones en presencia escénica, actuación y canto. Todas y cada una de sus representaciones eran muy impactantes. Fue una profesional absoluta que sabía no solo sus papeles, sino los de todos sus compañeros de reparto. Tenía una voz muy personal, no tan bella comparada con la de otras sopranos rivales y famosas, pero la supo administrar con una impecable técnica y, sobre todo, impuso su estilo. Hizo excelentes interpretaciones de los papeles dramáticos de Verdi y Puccini (sobre todo La Traviata, Tosca y Madame Butterfly) antes de dedicarse a la recuperación de las óperas del Bel Canto de Bellini y Donizetti (sobre todo Norma y Lucia de Lamermoor).
Su vida personal fue muy parecida a los personajes trágicos que interpretaba en escena. El punto culminante fue su romance con el magnate griego Aristóteles Onassis, casi anciano e inconcebiblemente rico, quien solo estaba interesado en su cuerpo y su fama. Este, sin consideración alguna, abandonó a la Callas por Jackie Kennedy (viuda del asesinado presidente norteamericano John Kennedy). Por supuesto, aquel terrible episodio fue la comidilla de los medios de comunicación de la época. Sumida en la depresión, con la voz destrozada, María Callas se retiró a su apartamento en París, en medio de un lujo que no llenaba su inmenso vacío emocional. El 16 de septiembre de 1977, con sólo 53 años, cambió de paisaje.
Tuvo una carrera relativamente breve pero que la convirtió en una leyenda viva. Su impresionante presencia, su peculiar voz, su arte y su pasión (que afortunadamente podemos apreciar en discos y videos) han hecho de ella un símbolo. La Eterna Diva.