Opinión
Leer autoayuda
La autoayuda vende a raudales, y que sus gurús son en cierto sentido “luminarias”
20 de noviembre de 2023
Opinión.- Hoy todavía se discute si la autoayuda es o no un género literario, y esto es así por esas grandes trincheras que se han levantado, y desde las cuales cada parte desea tener la razón, pero lo que sí es una verdad incuestionable, es que la autoayuda vende a raudales, y que sus gurús son en cierto sentido “luminarias” en su propio mundo, e incluso fuera de él. Por supuesto, esto responde a la necesidad que tenemos de recibir respuestas frente a los desafíos existenciales, y que nos impelen a buscar caminos más allá de nuestro entorno. Esos libros (y videos) que nos llegan, tocan un nervio y una sensibilidad, de allí su fuerza y su impacto.

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Me concentraré en los libros de autoayuda, y debo confesar que, a pesar de no tener mucho prestigio intelectual, y que desde la academia, la ciencia y las bellas letras se les lancen a cada instante dardos envenenados, he leído autoayuda y lo seguiré haciendo, porque he hallado en ella herramientas que me han permitido ver más allá de lo que es aceptado como verdad incuestionable, y me ha abierto surcos cerebrales que me han permitido atisbar aquello que está allí, pero que por nuestra ceguera atávica no lo vemos y lo ignoramos.

Si algún mérito tiene la autoayuda, es que nos muestra lo obvio, lo que siempre ha estado presente y que, por ser parte del escenario vital, no le prestamos la debida atención y pasamos de largo. Es decir, ver lo obvio es un despertar en sí mismo; es un desvelar realidades ocultas a los ojos de nuestra cuadratura mental, y ello se transforma de inmediato en un punto a nuestro favor.

Cuando un autor nos alerta frente a un peligro, o nos revela un supuesto secreto guardado durante siglos, lo que está haciendo es azuzar en nosotros el estado de vigilia y la sinapsis neuronal, nos está sacando de la modorra de la cotidianidad, nos está salvando del letargo y del sueño en el que nos abrigamos como parte de nuestra propia burbuja personal y, al hacerlo, nos empuja a tomar decisiones, que podrían significar puntos de quiebre o de inflexión, y que darán un giro a nuestra existencia.

Pero, créanme, no siempre la autoayuda nos revela lo obvio. Hay maestros en este campo que muestran verdaderos hallazgos, que tocan directamente a la ciencia y producen en sus lectores apreciables portentos (incluso, salvarles la vida). Lo que quiero decir, es que no todos quienes publican autoayuda son unos charlatanes, como suelen ser acusados (y que sí los hay, como en todas las áreas): muchas veces son científicos que se bajan del barco de las ataduras paradigmáticas, y se vuelcan a contarle al mundo lo que han encontrado en sus constantes indagaciones. Es más: hoy muchos científicos y expertos en distintas ramas del saber humano, optan por la autoayuda, porque saben que su público es mayor al del acotado espectro de las revistas científicas o tecnológicas, y es más profundo el impacto.

Hay autores de autoayuda que no son necesariamente expertos universitarios en el área que desarrollan, pero que por su enorme experiencia vital han acumulado sabiduría y se dan a la tarea de comunicarla. En este renglón hallamos personas autocuradas de graves enfermedades, o que han sufrido terribles accidentes y han logrado levantarse de su postración, o que gracias a su trabajo comunitario (o con personas especiales) han podido desarrollar inauditas capacidades, que desean ponerlas al servicio de los demás.

Es tal el abanico de posibilidades en el campo de la autoayuda, que descartarla de entrada por mero esnobismo, cientificismo o academicismo, resulta inaudito y tonto en un mundo amplio y diverso como el nuestro, en el que los fenómenos y circunstancias escapan muchas veces de nuestra comprensión y capacidad cognitiva, y se adentran en ignotos territorios del ser. Cerrarnos a la multidimensionalidad de nuestro mundo, es sencillamente perdernos de un amplio espectro de posibilidades, que podría incidir en un necesario cambio de nuestra visión y de nuestro rumbo personal y familiar.

En lo personal, me he acercado a lo largo de la vida a algunos autores que he considerado relevantes en mi camino, y lo hice, no precisamente porque fueran guardianes de lo establecido y de lo aceptado por el canon occidental, sino todo lo contrario: por ser rompedores y porque me han dicho cosas que otros no me decían. En otras palabras: me ha gustado de ellos su heterodoxia, su desafiar el mundo y sus circunstancias, su pensar distinto; su actuar a contracorriente y sus extraordinarios resultados.

De lo otro, es decir de la ortodoxia y lo establecido, ya he tenido bastante desde la ciencia y desde la academia en toda mi vida, y no siempre ha sido ejemplarizante ni digno de exaltación, y muchas veces lo he tenido que poner entre enormes signos de interrogación para no perder el rumbo ni la salud mental. De allí mi búsqueda permanente, mi trajinar en distintos campos, mi auscultar transdisciplinario más allá de lo aparente y de lo validado por todos. La vida me ha enseñado que no todo lo aceptado por las mayorías es la verdad ni el rumbo a tomar. Las mayorías suelen equivocarse. Y lo digo, ya con una larga experiencia.

No puedo vencer la tentación de nombrar a algunos de mis autores de autoayuda: Deepak Chopra, Stephen Covey, Louise Hay, Dan Custer, Brian Weiss, Bernabé Tierno, Elisabeth Kübler-Ross, Wayne Dyer, Owe Wikström y Manfred Kets de Vries, entre otros.

rigilo99@gmail.com
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VÍA Equipo de Redacción Notitarde
FUENTE Ricardo Gil Otaiza