Que difícil es para quienes somos promotores de la paz, tratar de entender que puedan tener razón alguno de los bandos en conflicto y justificar la guerra.
La guerra es sinónimo de muerte, mutilación, dolor y luto. Sólo hay ganancias para los perros de la guerra, para la industria armamentista que logra jugosas ganancias de cualquier conflicto.
Sea Santa o no, esta acción bélica es destructiva, pagan generalmente la población civil y en especial los más vulnerables. Y es lo que hemos visto hasta ahora.
Esta guerra Israelí Palestina es muy compleja. No todos los árabes odian a los judíos ni viceversa. Así como también sabemos que no todos los árabes son musulmanes, ni todos los musulmanes son árabes.
Para poder exigir la paz, y evitar un conflicto mundial debemos ser imparciales. Si pensamos que inclinarnos en favor de uno o de otros, estamos contribuyendo en algo, estamos equivocados.
Hoy, ayer, mañana y siempre ésta será una guerra por razones “santas”, a pesar “que la más antigua raíz de amargura, resentimiento, celos, odios fue entre los hijos de Abraham: Israel e Isacc, pero ello no explican toda la actual hostilidad entre estas dos grandes naciones: Judíos y Árabes.
Son relaciones hostiles recientes, del siglo XX pasado. Por años, ellos se toleraron y “vivieron en relativa paz e indiferencia”.
Nadie puede despachar este conflicto de guerra entre Israel y una facción anarquista Palestina, de manera simplista. Lo que ha estallado no es un conflicto entre el Pueblo de Palestina e Israel. ¡No! Es un ataque terrorista donde murieron miles de inocentes, allí pudieron estar algunos de nuestros familiares, ya que era un festival, eran civiles y fueron masacrados. Ahora bien, eso no justifica para nada la respuesta reactiva contra otro pueblo. Hay que localizar a los actores intelectuales y materiales y castigarlos. Aquí no aplica “todos pagan justos por pecadores” ¡No! Deben pagar los criminales, los que asaltaron a Israel.
Hasta el Coran libro religioso musulmán es contradictorio en la relación israelita-árabe. En una parte instruye a “tratarse como hermanos, y en otra atacarse si reusan convertirse al Islam”.
Es imposible en este artículo, abordar la historia de unos pueblos como Israel y los Árabes. Sólo he querido dejar algunas reflexiones para que esto nos motive a buscar la paz. Sólo la paz salvará a la humanidad, no importa si usted es de derecha o de izquierda, neoliberal o comunista.
¿Quién tiene la razón en esta nueva guerra? ¡DIOS! Ahora bien, ¿quién es Dios, o la salvación? Solo hay uno, y debemos apostar siempre a la paz y no a la guerra; al amor y no al odio; a entendernos y no a los desencuentros.
Predicamos con el ejemplo, si hacemos un llamado a la paz, al diálogo y al reencuentro; debemos rechazar categóricamente las acciones de violencias que se han dado en esas tierras. Porque no hay guerra buena o mala, todas ellas matan a gente inocente, hijos de Dios o de Ala.
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