Opinión
Arnaldo Rojas: El Misterio de la Fornarina
"La presencia del cáncer de mama en obras artísticas ya había sido comentada en un texto publicado en 1970"
7 de octubre de 2023
Opinión.- Es tan famosa como La Gioconda y comparte con ella una belleza serena y enigmática. También encierra un misterio que a lo largo del tiempo ha despertado la curiosidad de artistas e investigadores. Hasta que parece haber sido despejado el enigma que encierra este retrato: podría tratarse de la primera imagen donde queda registrado un cáncer de mama.

A propósito del Octubre Rosa, Mes Mundial de Concientización sobre el Cáncer de Mama, compartimos esta curiosa e interesante referencia contenida en una obra artística. Se trata de La Fornarina, realizada por Rafael Sanzio entre 1518 y 1519 y expuesta en los museos más importantes del mundo durante más de 500 años.

La presencia del cáncer de mama en obras artísticas ya había sido comentada en un texto publicado en 1970 en la revista Ospedali d’Italia-Chirurgia, que se refiere a “Betsabé con la carta de David” (1654) de Rembrandt. En el 2000 el New England registró la evaluación de dos investigadores estadounidenses a la escultura de Miguel Ángel La Noche (1520). “La inusual apariencia del pecho es intencional. Creemos que Miguel Ángel inspeccionó cuidadosamente a una mujer con cáncer de mama avanzado y reprodujo fielmente los signos físicos en la piedra”, apuntan los autores. Desde entonces, varios trabajos han descrito la misma patología en otras obras.

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En cuanto al diagnóstico clínico de La Fornarina fue presentado por el médico colombiano Carlos Hugo Espinel, del Departamento de Medicina de la Universidad de Georgestown, EE.UU., en un estudio publicado en la reconocida revista The Lancet Oncology, en 2002. Espinel es especialista en medicina interna, cardiología, nefrología e hipertensión

“Rafael mostró La Fornarina como la veía. Habría sido fácil disimular la deformación. En vez de eso, el artista muestra a su modelo con una mano sobre el pecho izquierdo, el índice apuntando a la masa. Ella señala el cáncer”, indica el investigador quien asegura que podría ser la imagen más antigua donde se registra esta patología.

Espinel explica su diagnóstico señalando seis signos que son compatibles con el cáncer: un bulto en la mama izquierda (encima del índice de la modelo), una retracción de la mama bajo el mismo, la decoloración de la piel, una ligera protuberancia en la axila y una hinchazón (edema) del brazo.

“El cáncer de mama fue primero retratado en el arte antes de ser descrito por la ciencia médica”, puntualiza.

Y es que, aunque para la época en que fue pintada, los tumores se atribuían a los “malos humores” y no a una proliferación celular anormal, en la Edad Media y el Renacimiento el cáncer de mama era perfectamente conocido y se identificaba con una muerte temprana. De hecho, ya Hipócrates y Galeno mencionaron este tipo de afección hace más de 2.000 años.

Sin embargo, Espinel recuerda que dos textos científicos del siglo XVI, “con clásicas ilustraciones de hallazgos médicos, no contienen representaciones del cáncer de mama. Fue en el XVII cuando se recogió lo que se considera la primera descripción que diferenciaba los tumores de pecho cancerosos de los benignos.

La pintura de Rafael precede al informe científico en un siglo”.“También -acota- se anticipa a todas las representaciones relatadas de esta enfermedad en el arte. En este sentido, el retrato de La Fornarina es una evidencia gráfica muy inicial, quizá la primera, de cáncer de mama”.

Para el diagnóstico de Margarita Luti, nombre de pila de La Fornarina, el investigador tomó fotografías en detalle de las mamas y el brazo izquierdo del retrato de la joven modelo, quien era amante del pintor e hija de un panadero (fornaro), de ahí el sobrenombre de Fornarina.

En cuanto al diagnóstico planteado por Espinel, algunos críticos de arte señalan que el cuerpo de La Fornarina tiene defectos y no responde a los cánones de belleza de la época renacentista ni a los de las mujeres que habitualmente retrataba Rafael (sus delicadas madonnas), mientras que otros refieren que la pintura está incompleta, ya que en algunas zonas la textura carece de la suavidad acostumbrada.

“Éstas eran técnicas innovadoras que introdujo Rafael, quizá para responder a las complejidades de una descripción clínica”, sostiene Espinel. Pero más allá de las consideraciones técnicas alegadas por los críticos hay que destacar la valentía de Rafael al dejar testimonio gráfico del mal que afectaba a su amada con la que se mantuvo hasta el final de su vida y a quien inmortalizó, tal vez como una forma de victoria sobre la enfermedad.
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VÍA NT
FUENTE Arnaldo Rojas