Es la semana de la pasión, la muerte y la resurrección. Semana para la meditación, el arrepentimiento y el perdón de nuestros pecados. Siento que no es mucho lo que hemos aprendido -a mi juicio- en esta pandemia que hoy azota el mundo sobre el valor de la humanidad y la necesidad de reencontrarnos como hermanos, del amor al prójimo, del perdón, la tolerancia y el amor.

 
Estos días santos en medio de esta pandemia, deberían servirnos para meditar y reflexionar sobre nuestro fugaz pasantía en esta vida. "La vida es un soplo", y ese transitar aquí en la tierra nos debería recordar permanentemente sobre nuestros principios cristianos. Meditar sobre los pecados capitales que tanto daño nos han hecho.

Ellos son: la ira, la gula, la soberbia, la lujuria, la pereza, la avaricia y la envidia. Santo Tomás de Aquino los definió tal como son conocidos en la actualidad, el papa Gregorio I los enumeró hace 1500 años y Dante Alighieri los recogió en su obra "Divina Comedia".

Alguien pudiera preguntarnos ¿ Es necesario esperar a la Semana Mayor para meditar sobre estas cosas? ¿Fue necesaria esta pandemia para aterrizar nuestros sentimientos a tierra, para reflexionar sobre el valor de la vida? Y mi respuesta es NO rotundo, deberíamos hacerlo todos los días, sin embargo estos días envuelto de esta celebración cristiana especial, hacen propicio para elevemos nuestro nivel de espiritualidad y pensemos en ello.

La celebración de esta semana especial para nosotros los cristianos, surgió en el año 325 en el Concilio de Nicea, quien fijó esta celebración de Pascua. Ósea tenemos 1697 años, celebrando esta Semana Santa desde aquel Concilio, y realmente han ocurrido cosas catastróficas para la humanidad. Pero nunca será tarde para comenzar realmente a entender de nuestra verdadera misión en esta tierra, la cual no es otra que ayudar al prójimo, amar y perdonar, pero sobre todo ser pacientes y tolerantes con nuestros semejantes.

Yo confieso que he pecado de palabra, obra y omisión, que es de humanos errar, pero es de sabios rectificar. En definitiva, aprovechemos estos días santos para buscar en nuestro interior la paz y el perdón, que tanto necesita nuestra sociedad venezolana. La reconciliación, el diálogo entre hermanos, el necesario consenso son de vital importancia para solucionar los graves problemas que nos aquejan, y los cuáles sean intensificado por nuestra corroída polarización que ha surgido de la lucha mezquina de intereses particulares y no colectivos. Mucho de esos lodos que nos trajeron hasta aquí, surgieron precisamente de la ira, la soberbia, la avaricia y la envidia, que nos ha cegado con el odio y la revancha, y ya ustedes observan que de nada ha servido. Aprovechemos estos días para practicar lo contrario con profunda fe cristiana, y estamos seguros que nuestros resultados no serán los mismos. Si queremos una sociedad mas justa y amorosa, debemos empezar por nosotros mismo, ya que no habrá cambio posible, si no lo hacemos desde nuestro interior. No nos demos solamente golpes de pecho en estos días litúrgicos, meditemos con honestidad y sinceridad sobre nuestra actuación como individuos y como sociedad. Yo sueño en un mundo mejor, capaz de brindarnos la mayor suma de felicidad posible en nuestro corto paso por esta tierra. Feliz Semana Santa para todos.