Quizás algunos me llamen iluso, utópico, idealista; sin embargo yo seguiré luchando por esa Venezuela en la que sueño. Donde por ejemplo, haya una sólida seguridad social que acompañe los momentos difíciles por la cual hoy pasan nuestro coterráneos. Quien se queda sin trabajo, padece una enfermedad, sufre un accidente, llega a la vejez o a la incapacidad, no Encuentra en el Estado venezolano una política responsable con nuestros conciudadanos. No hay políticas de seguridad social. Recordaba yo hace poco, que el Seguro Social, asignaba prótesis de rodilla, cadera u otros insumos médicos que necesitara el paciente para atender su enfermedad. En aquellos días, operábamos en cualquier parte a nuestros pacientes, y resolvíamos sus patologías. Nadie se iba a su casa sin ser operado.
¿Cuántas personas amigo lector, conoce Ud. que se han fracturado, y así han sido enviados a su casa, sin resolverlos? La Venezuela a la que aspiro, deberá tener escuelas y hospitales inteligentes, con lo último de la tecnología y la ciencia para enseñar y curar. No hospitales cuyos ascensores no funcionen, y en cuyas puertas solo estén dibujados signos alusivos a esta revolución. Un país en la que los demás servicios públicos funcionen a la perfección, por ejemplo la “luz”. Recuerdo aquellos tiempos de la “cuarta república” cuando se iba la luz; uno exclamaba, “se fue la luz” , no como ahora que decimos: “llegó la luz”.
Un país repleto de autopistas y carreteras en perfecto estado por doquier. No la reparación de las que ya tenemos, ¡No! Nuevas y versátiles vías de comunicación que nos lleven sin problemas de huecos, a cualquier parte del país. También recordaba que en todas nuestras vacaciones escolares, que coincidían con las de mi padre; nos íbamos de viaje al oriente o al occidente del país. Si viajábamos de noche, nada nos pasaba. Nos deteníamos de vez en cuando en estaciones de servicio de gasolina, que había en toda la carretera y ofrecían a los viajeros todos los servicios. Me gustaba bajarme en esos sitios porque estaban repletos de todo lo que a un niño le podía gustar. Hoy cuando por alguna razón viajo, los observo cerrados, abandonados, destruidos. ¿Quién puede imaginar que aquí ha habido signos de algún progreso? La Venezuela que aspiro, debe tener un Presidente respetuoso con el pueblo, con sus instituciones democráticas. Un parlamento bicameral, de diputados y senadores, un Fiscal General de la República y un Contralor que no pertenezcan al mismo partido de Gobierno, un componente de las Fuerzas Armadas Venezolanas sin ningún vínculo ideológico o partidista, obediente al poder civil constituido. Una fuerza policial altamente profesional y técnica, dotada de los mejores recursos para cumplir sus funciones.
Ahora me pregunto, ¿será difícil ese nuevo país? Estoy absolutamente convencido que no; que podemos los hombres y mujeres de buena voluntad, lograr una nueva Venezuela. ¿Cuánto falta? Realmente no lo sé, aún estamos enredados entre nuestras aspiraciones, vanidades, egos y sentimientos de superioridad. Pero estoy absolutamente seguro que lo lograremos, no hay que desmayar ni claudicar. El país que queremos, puede estar a la vuelta de la esquina.
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