En su mensaje, el Papa subrayó que el auténtico camino hacia la paz pasa por la “responsabilidad”.
“Si cada uno de nosotros, a todos los niveles, en lugar de acusar a los demás, reconociera ante todo sus propias faltas y pidiera perdón a Dios, y al mismo tiempo se pusiera en el lugar de quienes sufren, fuera solidario con los más débiles y oprimidos, entonces el mundo cambiaría”, afirmó.
El Santo Padre recordó que “Dios no es indiferente a nuestras miserias” y exhortó a no cerrar el corazón “a quien sufre”, al hacerse hombre, Jesús “asume sobre sí nuestra fragilidad y se identifica con cada uno de nosotros”.
Asimismo, numeró así algunos de los rostros concretos del dolor contemporáneo, “con quienes ya no tienen nada y lo han perdido todo, como los habitantes de Gaza; con quienes padecen hambre y pobreza, como el pueblo yemení; con quienes huyen de su tierra en busca de un futuro, como los numerosos refugiados y migrantes que cruzan el Mediterráneo o recorren el continente americano”.