Aunque menos intensas que las olas previas de disturbios que marcaron el mandato de Macron (como el movimiento de los chalecos amarillos, las protestas contra la reforma de las pensiones y los disturbios de 2023 tras el asesinato policial de un adolescente en los suburbios de París), las manifestaciones lograron interrumpir la circulación en el periférico parisino durante el horario pico. Allí, grupos de manifestantes levantaron barricadas, lanzaron objetos contra la policía y ralentizaron el tráfico.
La crisis política de fondo añade tensión: Este lunes cayó el gobierno tras la pérdida de un voto de confianza en el Parlamento por parte del primer ministro François Bayrou. Macron designó a Sébastien Lecornu como nuevo jefe de gobierno, pero la movilización social le planteó un desafío inmediato.
El movimiento “Bloquons Tout” (“Bloqueemos Todo”), surgido en redes sociales y chats encriptados durante el verano, convocó a la jornada de bloqueos, huelgas y protestas. Sin una dirigencia clara, el colectivo agrupa demandas diversas, desde el rechazo a los planes de ajuste presupuestario defendidos por Bayrou hasta reclamos más amplios contra la desigualdad.
Su carácter espontáneo y descentralizado recuerda a los chalecos amarillos, que en 2018 comenzaron protestando contra el aumento de impuestos al combustible y terminaron canalizando un malestar social generalizado contra Macron.