Desde la apertura de los centros de GHF, MSF ha tratado a 71 menores con heridas de bala. De ellos, 41 fueron alcanzados en las inmediaciones o dentro de los puntos de entrega. Muchas familias, ante la desesperación, se ven obligadas a enviar a sus hijos adolescentes, los únicos hombres físicamente capaces de soportar el trayecto de buscar alimentos, pese al riesgo mortal.
MSF subraya que estos centros incumplen de forma "peligrosa" todas las normas reconocidas para una distribución de ayuda segura y digna. Denuncia, además, que en ningún otro lugar del mundo donde opera se toleraría un nivel de violencia tan elevado en torno a un reparto humanitario.
De esta misma manera, califica el sistema actual como "mortal, degradante, peligroso y contraproducente", completamente alejado de cualquier estándar internacional. Lo define como un "laboratorio de crueldad" y exige el cierre inmediato del sistema GHF, la reapertura de los pasos fronterizos, el retorno de la coordinación humanitaria de la ONU y una investigación internacional sobre posibles crímenes de guerra.
La organización denuncia que el sistema de la GHF no solo no alivia la crisis, sino que funciona como una cortina de humo para una "inanición sistemática" de la población palestina, que continúa muriendo de hambre en medio de un proceso de deshumanización institucionalizada.