Los denominados “mosquitos elefante”, que alcanzan cerca de 2 centímetros de longitud, son voraces depredadores. Los expertos en salud pública confían en que estos insólitos aliados se transformarán en improbables héroes para detener el doloroso y rápido avance de este virus en la provincia meridional de Guangdong.
Con más de 6.000 infecciones registradas en tan solo tres semanas en Foshan, las autoridades también están reviviendo tácticas conocidas del libro de jugadas de Covid-19, que incluyen pruebas masivas de PCR, aislamiento de los residentes contagiados y jornadas de desinfección en todo vecindario.
No obstante, son los métodos menos convencionales, los mosquitos gigantes, los que ponen de manifiesto la desesperación de los responsables ante un brote sin precedentes.
Las larvas de los denominados mosquitos elefante, también conocidas como Toxorhynchites splendens, fueron liberadas por un equipo de investigación de la Facultad de Medicina Zhongshan de la Universidad Sun Yat-sen de Guangdong. No pican a los humanos, sino que se alimentan de mosquitos del género Aedes, los principales vectores del chikunguña, el dengue, el zika y la fiebre amarilla.