Al dictar sentencia, el juez Kazuhiko Obata dijo que el testimonio de la víctima, proporcionado de forma remota y anónima, era altamente creíble, aunque el acusado negó los cargos presentados por los fiscales, quienes exigieron 10 años de prisión.
El portavoz de la 3ra División de Marines, el capitán Kazuma Engelkemier afirmó que “Este comportamiento no refleja los valores del Cuerpo de Marines ni ejemplifica los estándares que la abrumadora mayoría de nuestros marines mantienen diariamente” añadió que la parte estadounidense monitoreó los procedimientos sin interferir en el proceso judicial japonés. “Cooperamos plenamente con el proceso de investigación”, dijo.
El caso se suma a otros incidentes de agresión sexual el año pasado en los que los arrestos de sospechosos fueron inicialmente mantenidos en secreto por las autoridades locales con el argumento de proteger la privacidad de las víctimas, lo que provocó indignación y acusaciones de encubrimiento.
Okinawa, donde se libró una de las batallas más feroces de la II Guerra Mundial hace 80 años y bajo ocupación estadounidense hasta 1972, sigue siendo el hogar de la mayoría de los aproximadamente 50 mil soldados estadounidenses destinados en Japón dentro de un pacto de seguridad bilateral.
Hay una fuerte frustración en Okinawa debido la carga continua que supone el numeroso contingente estadounidense, que incluye ruido, contaminación, accidentes de aeronaves y delitos relacionados con las tropas estadounidenses.
El ministro de Defensa, Gen Nakatani expresó preocupaciones sobre los recientes casos de agresión sexual que involucran a militares estadounidenses cuando se reunió con el teniente general Roger Turner, comandante de la III Fuerza Expedicionaria de Marines, en donde solicitó medidas disciplinarias y preventivas.