De acuerdo a la información recopilada por EL TIEMPO, los resultados del cotejo entre las casquillos encontradas en el sitio permitieron establecer que seis coinciden con una pistola marca Glock, que le fue hallada al menor sicario. Sin embargo, las seis restantes provienen de una pistola de marca Jericho, cuya correspondencia no coincidiría, hasta ahora, con las armas asignadas al esquema de seguridad de Uribe Turbay.
Dicho hallazgo, que ha ido incluido en el análisis técnico, ha abierto nuevas líneas de indagación sobre la procedencia de dicha arma y la posible participación de una segunda persona en el ataque.
En paralelo, los investigadores trabajan en la reconstrucción cronológica de los hechos a partir del momento del atentado. Para ello, se está llevando a cabo una revisión detallada de registros de video, entrevistas a testigos y análisis de otros elementos recolectados en el lugar, con el propósito de depurar hipótesis y establecer una secuencia clara de los acontecimientos.
Otra de las líneas que las autoridades examina dentro del caso apunta a una posible vigilancia previa sobre Uribe Turbay. Existen indicios que sugieren que el excandidato habría sido seguido durante algunos de sus actos de campaña, lo cual podría indicar una planificación anticipada por parte de los autores del atentado, en espera de una oportunidad específica para ejecutar el ataque.
En foco de la investigación
El rastreo del arma utilizada en el atentado se ha convertido en uno de los principales elementos que orientan la investigación liderada por la Fiscalía y la Policía. Actualmente, las autoridades concentran sus esfuerzos en establecer el recorrido del arma desde su adquisición en Estados Unidos hasta su ingreso al mercado ilegal colombiano, una línea que podría conducir a los niveles superiores de la estructura criminal detrás del ataque contra el precandidato presidencial.
Como parte del proceso investigativo, se han recopilado y analizado en detalle las grabaciones de cámaras de seguridad y dispositivos móviles que registraron tanto el momento del ataque como los instantes anteriores y posteriores.
El seguimiento visual del sicario por 21 puntos claves han permitido establecer patrones de movimiento del agresor, así como inconsistencias en su ruta de huida, lo que ha reforzado hipótesis operativas sobre la posible traición o abandono por parte de sus cómplices en la escena.
De forma paralela al análisis técnico del arma y a la declaración de un menor vinculado con el caso, equipos de la Dijín y del CTI de la Fiscalía realizaron procedimientos de allanamiento en dos viviendas del barrio Villas de Alcalá, en la localidad de Engativá, Bogotá.
En estos operativos, llevados a cabo en residencias de familiares del atacante, se busca recolectar información adicional que permita esclarecer la estructura de apoyo logístico y el entorno inmediato del autor material del atentado.