Desde hace varias horas, los aficionados esperaban. Sin embargo, aterrizó el avión en el aeropuerto de Roissy, y de allí el club abordó un autobús de dos pisos abiertos, el cual comenzó a avanzar lentamente por la calle, mientras que los jugadores y el entrenador, Luis Enrique festejaron junto a los presentes. También estaba un sonriente y orgulloso Nasser al Khelaifi, el presidente del club.
El autobús decorado con los colores azul y rojo del PSG y con la leyenda "Campeones de Europa" circuló. Mientras que Dembelé, Hakimi, Marquinhos, Vitinha, Doué o Fabián se pasaban la copa.
A sus pies, aficionados enfervorizados gritaban, agitaban banderas, hacían fotos o cantaban, mientras la megafonía repetía de forma cíclica el eslogan del club: "¡Esto es París!".
Los aficionados compartían su éxtasis y su emoción, con expresiones como "Es una liberación" o "Por fin somos campeones de Europa", tras muchos y repetidos años de frustraciones en la máxima competición continental de clubes.
El festejo se desarrolló con normalidad dentro de la avenida, en medio de enormes medidas de seguridad, con los aficionados divididos en segmentos y separados de la avenida por vallas y un cordón policial.