La celebración, que rinde homenaje a los seres queridos fallecidos, se extendió por más de cuatro horas y recorrió desde la Puerta de los Leones en el Bosque de Chapultepec hasta el Zócalo capitalino, uno de los espacios públicos más grandes del mundo.
La apertura del desfile estuvo marcada por una representación histórica de la fundación de México-Tenochtitlán, evocando el peregrinaje de los mexicas hace siete siglos. A lo largo del recorrido, se presentaron carros alegóricos, catrinas monumentales, comparsas, mojigangas, danzantes, bandas musicales, batucadas, artistas circenses y colectivos culturales vinculados a programas como Utopías y Pilares, conformando más de 80 contingentes provenientes de diversas regiones del país.
El cierre del evento estuvo dedicado al cantautor rupestre Rockdrigo González, con un carro alegórico en su honor, seguido por un inflable gigante del luchador La Parca, ícono de la lucha libre mexicana. Este acto final se realizó más de dos horas después del inicio, consolidando el desfile como una expresión artística y popular de gran alcance.
Aunque la capital mexicana concentra la mayor parte de las actividades, el Día de Muertos se celebra en todo el territorio nacional, e incluso mexicanos residentes en el extranjero realizan actos conmemorativos en sus comunidades, manteniendo viva la tradición.
Uno de los asistentes, Carlos Ramírez, compartió con medios de comunicación su emoción por participar en el evento: "La alegría de que los que ya no están, están más cerca de nosotros y podemos tener un contacto más directo con ellos", expresó, destacando el carácter espiritual y colectivo de la celebración.
El Zócalo capitalino, punto final del desfile, fue decorado con miles de flores de cempasúchil, símbolo tradicional de esta festividad, que tiñeron de naranja intenso el corazón de la ciudad.