Hoy por hoy, es considerado una de las más importantes edificaciones de su tipo en Venezuela, y se encuentra bajo el resguardo del Instituto Público Fundación (IPF) Teatro Municipal de Valencia, bajo la administración de la Alcaldía local, refieren diversos por tales web.
Este icono arquitectónico y cultural data del siglo 19 en Venezuela, y aglutina las tendencias artísticas de esa época.
Del mismo modo, este patrimonio tangible emula la Ópera Garnier, de París, cuya construcción data de 1894, bajo la gobernanza de Antonio Guzmán Blanco, promotor de la obra ante su simpatía por Francia.
De acuerdo con la detallada reseña de la organización Institutional Assets and Monuments of Venezuela (IAM Venezuela), para aquel entonces, en Carabobo gobernaba Hermógenes López también consentía la apertura de esta obra.
Trascendió que, el arquitecto Antonio Malaussena, fascinado por la simetría y la precisión de la arquitectura académica; y el pintor clásico Antonio Herrera Toro, quien venía de triunfar en los salones de París junto con Arturo Michelena, era el director de Edificios y Ornato de Poblaciones, refiere la fuente citada.
A este último se le encarga pintar el centro visual del recinto que a nadie deja indiferente: un enorme plafón de 18 metros de diámetro y desde el que cuelga una imponente lámpara de cristal tipo araña para iluminar la platea.
El “Ilustre Americano” como fue nombrado Guzmán Blanco, decreta la construcción de la obra en el terreno del antiguo Convento de San Buenaventura, con miras a inaugurarlo en el centenario del natalicio de El Libertador. A la par de replicar sus espacios y alrededores al modelo europeo. Tiempo después el presidente Joaquín Crespo inaugurara el inmueble.