El concepto, aunque a primera vista pueda parecer una broma, ha sido un éxito rotundo. Más de 75 mil personas, de acuerdo a lo reseñado por medios internacionales, que se han sumado ya a este juego que mezcla religión, estrategia y una pizca de humor. La mecánica es sencilla y sigue el estilo de los juegos de fútbol fantasy: Cada jugador debe crear un equipo con once cardenales, seleccionando a los que considera con más opciones de convertirse en el próximo pontífice. 

El creador del juego, Pietro Pace, lo resumió de forma clara a Euronews: “Tienes que elegir once cardenales, aquellos que creas que son los más papables”.

El más importante del equipo es el capitán, la gran apuesta. Ese cardenal que, según el jugador, está destinado sí o sí a ocupar el trono de San Pedro. En el extremo opuesto está el portero, que representa justo lo contrario: La elección más improbable. Así se construye una alineación papal donde las sotanas sustituyen a los dorsales y la estrategia ya no se basa en goles o asistencias, sino en señales del Espíritu Santo… o en cálculos políticos.

Pero Fantapapa no se queda ahí, debido a que también permite hacer predicciones más concretas sobre el desarrollo del Cónclave. Desde acertar la fecha exacta de la fumata blanca hasta adivinar el nombre que elegirá el nuevo Papa, pasando por el tono ideológico de su primer discurso o detalles tan curiosos como si llevará gafas o si hablará varios idiomas. 

¿El gran premio? “Gloria eterna”, de acuerdo con la página web oficial de Fantapapa, donde añaden también que “el dinero es el excremento del diablo”. Tiene sentido, en realidad, porque hasta el propio Jesucristo se desató en violencia al ver mercaderes en el templo; y también porque Pietro Pace y Mauro Venetti (los creadores) han expresado alguna vez su oposición a las apuestas.

Este juego ha sabido leer el momento y lo ha convertido en fenómeno. El futuro pontífice aún es una incógnita, pero ya hay muchos “entrenadores” apostando por su favorito.