La paternidad de antes vs la moderna
Carabobo.- La paternidad ha experimentado una notable evolución a lo largo de los años, un fenómeno que el psicólogo clínico Edgar Muñoz explicó con gran claridad. Según el psicólogo, la llegada de la tecnología ha traído consigo cambios significativos en la forma en que se lleva a cabo la enseñanza en el hogar. En generaciones pasadas, el proceso de aprendizaje era predominantemente vertical; es decir, el padre era la figura central que transmitía conocimientos, a menudo desde el hijo mayor hacia los más pequeños. Este modelo familiar se basaba en una estructura jerárquica en la que el padre ocupaba un rol autoritario.
Sin embargo, en la actualidad, el auge de los dispositivos electrónicos y las redes sociales ha transformado radicalmente este panorama. Hoy en día, son los hijos quienes, en muchos casos, aprenden de manera autónoma, explorando un vasto mundo de información accesible a través de Internet. Esta nueva dinámica ha generado, cierto temor en algunos padres hacia la tecnología, quienes a menudo se sienten intimidados por la rapidez con la que sus hijos se familiarizan con herramientas digitales que ellos mismos no dominan.
Además, Muñoz destacó que el rol del padre en la crianza ha cambiado drásticamente. En el pasado, la figura paterna tendía a ser distante y autoritaria; el respeto y la autoridad se ganaban a través de un enfoque rígido que dejaba a la madre la tarea principal de la crianza. En este contexto, el padre se encargaba principalmente de proveer económicamente, dejando a la madre la responsabilidad emocional y educativa del hogar.
Hoy, sin embargo, estos roles han evolucionado hacia una estructura más equitativa. La paternidad moderna se caracteriza por un enfoque más flexible, donde ya no existe una figura de autoridad absoluta. En su lugar, se han establecido corresponsabilidades en la crianza de los hijos, permitiendo que tanto padres como madres participen activamente en la educación y el desarrollo emocional de sus pequeños. Esta transformación no solo refleja un cambio en las expectativas sociales, sino que también responde a una mayor conciencia sobre la importancia de una crianza compartida que fomente vínculos más cercanos y una comunicación abierta entre padres con los hijos.