Sucesos
Crónica Criminal del Pasado: La Tragedia de Santa Teresa
"La gente empezó a moverse con rapidez y pronto aquello se convirtió en una estampida, pero las pocas puertas que estaban abiertas no eran suficientes para drenar la marejada humana que asustados corrían por sus vidas"
4 de mayo de 2024
Sucesos.- Era la Semana Santa de 1952. El primer mandatario nacional era el doctor Germán Suarez Flamerich, como presidente de la Junta de Gobierno. Los partidos Acción Democrática y Comunista habían sido proscritos. El país gozaba de bonanza económica. Se fundaban ciudades nuevas como Puerto Ordaz y Ciudad Piar y comenzaba a verse la exportación del hierro como una alternativa a la del petróleo.
 
A las cinco de la mañana la basílica de Santa Teresa de Caracas estaba atestada de fieles que asistían a la misa del Miércoles Santo. Muchas ancianas, niños con sus madres, familias enteras y feligreses en general colmaban la antigua iglesia. Por aquí o por allá se veía a un enfermo en silla de ruedas o a otro apoyado en una muleta. El color predominante era el morado, porque muchos se vestían de ese color para pagar una promesa al Nazareno. A las puertas del templo los buhoneros vendían las velas que muchos encendían apenas al entrar al templo.

La misa era celebrada por el padre Hortesio Carrillo en un ambiente sofocante, todos apretujados y una atmósfera cargada de humo.

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De repente, una voz de hombre gritaba:
 
-¡Fuego! ¡Fuego!

El padre Carrillo por su parte llamaba a la calma, pero la multitud no le hacía caso.

La gente empezó a moverse con rapidez y pronto aquello se convirtió en una estampida, pero las pocas puertas que estaban abiertas no eran suficientes para drenar la marejada humana que asustados corrían por sus vidas. Desesperados unos empujaban a otros y los que caían eran pisoteados por los que venían más atrás. Las madres trataban de sujetar a sus hijos pero todo era inútil ante el volumen de la masa humana desesperada. Los más vulnerables, los viejos, niños, enfermos eran aplastados o asfixiados sin remedio. Cuando llegó la policía rompió una de las puertas que por estar dañada se encontraba clausurada y se pudo lograr la evacuación de algunos feligreses. Unos cien heridos fueron trasladados al antiguo Puesto de Socorro, y al Hospital Vargas.
 
El escenario dentro de la iglesia y sus alrededores era horrible: cadáveres, túnicas moradas, zapatos, carteras, y todo lo que se peda imaginar. Medio centenar de personas resultaron muertas, casi todos por asfixia y la mitad de ellos eran menores de edad. No hubo ningún incendio.

Cuando la Seguridad Nacional (S.N., era la policía técnica de aquellos tiempos) hizo sus averiguaciones declararon centenares de personas, entre ellas el padre Carrillo, otros sacerdotes, los monaguillos y otros testigos. Se determinó que ciertamente alguien gritó “Fuego”.

El padre Carrillo declaró públicamente:

-Si lo que ocurrió no fue accidental, sino premeditado, es un acto de terrorismo.

El gobierno decretó tres días de duelo.

Se especuló que podría tratarse de un acto terrorista de los adecos o los comunistas, ya que a las alas radicales de estos movimientos ilegalizados se habían frustrado ya varios atentados con bombas, pero no se pudo comprobar su participación.

Finalmente se dijo que una vela encendió ligeramente el velo de una señora, lo que habría originado el grito que desencadenó la tragedia.

Pocos saben que exactamente 50 años antes, el Miércoles Santo de 1902 había ocurrido otra estampida en ese mismo templo, cuando alguien gritó: “Terremoto” y la gente salió en tropel. Hubo docenas de heridos, pero por la censura de la dictadura no se supo del número de muertos. La gente todavía tenía el trauma del terremoto de 1900, apenas dos años antes.
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VÍA NT
FUENTE Editoría de Notitarde