“El bullying es una forma de violencia que puede darse entre niñas, niños y adolescentes, y que consiste en la búsqueda intencional, deliberada y reiterada de hacer sentir al otro humillado. Para que ese otro se sienta humillado tiene que haber espectadores que apoyen a quien lo hace y no protejan o no salven a quien es puesto en ese lugar”, afirmó en diálogo con Infobae la licenciada en Psicopedagogía María Zysman, fundadora de Libres de Bullying.
Ya sea en redes sociales como en la vida real, tanto la víctima como el impulsor del acoso escolar tienen ciertas particularidades, aseguran desde Unicef. Es que mientras uno se basa en la timidez, el otro se muestra de forma inversa.
Siete comportamientos de quien padece bullying:
- Frecuentemente muestra baja autoestima, inseguridad o timidez, puede dejar de juntarse con sus amigos y buscar continuamente la compañía de adultos.
- Suele estar aislado por sus compañeros y tener poco apoyo en redes sociales, y al mismo tiempo deja de participar en su grupo de pares.
- Puede mostrar reacciones pasivas, provocadoras (imitando a sus acosadores) o reproducir el acoso hacia otras víctimas.
- Pueden dejar de asistir a clase, bajar el rendimiento o mostrar desinterés por el colegio.
- Sufre cambios bruscos de humor, en su alimentación o en su uso de las redes sociales.
- Puede manifestar miedo a la soledad, ataques de pánico, insomnio o pesadillas.
- Puede presentar lesiones físicas, perder cosas o llevarlas rotas.
Con esto coincidió Calvo, “cuando un niño o adolescente sufre de bullying suele dar ciertas señales de alarma, se evidencia de varias maneras su falta de deseo de participar del ámbito escolar. Esta falta de deseo es mucho más visible que un simple ‘no quiero ir a la escuela’, sino que a la hora de tener que ir surgen dolores físicos de estómago, de cabeza, molestias”. Además, “puede haber disminución del rendimiento escolar, ya que en el aula se encuentra continuamente en estado de alerta frente a los compañeros. No hay interés de participar en actividades sociales. A esto se puede sumar falta de sueño, apetito, depresiones o una ansiedad muy desarrollada”.
Según señalaron desde Unicef, el acoso escolar se puede prevenir con acciones que, básicamente, están en la mano de los adultos. “Con tanta información que circula, a veces no del todo certera, hay docentes que esperan que el chico esté destruido para darse cuenta de que hay bullying, y hay que intervenir ante las primeras señales”, afirmó Zysman.