Recientemente, un estudio realizado por científicos de la Universidad de Newcastle (Reino Unido) llegó a la conclusión que las personas que tienen las yemas de los dedos arrugadas y húmedas recogen los objetos mojados con mayor rapidez. De este modo, se llegó a la conclusión de que los dedos mojados se adaptan para proporcionar un mayor agarre de los objetos húmedos aplicando menos fuerza para lograrlo.
Por lo tanto, los expertos descartaron mediante estos experimentos que el proceso de aparición de arrugas en las yemas de los dedos pueda producirse por cualquier reacción bioquímica en nuestra piel.
Se requiere de unos 30 minutos bajo el agua para que los dedos se arruguen al máximo.
Asimismo, los expertos han llegado a la conclusión de que los hombres son más propensos a arrugarse bajo el agua que las mujeres. Incluso, la forma de las arrugas podría ayudar a los médicos a detectar signos de parkinson en sus pacientes, si se nota que una mano se arruga más que la otra. Algo similar ocurre con las personas con psoriasis o diabetes tipo 2 a quienes les cuesta más tiempo que sus dedos se arruguen. Por el contrario, la gente que padece fibrosis quística tiende a arrugarse mucho más rápido.